Miércoles, 25 de abril de 2012 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Diego Bonadeo
Aun con muchos errores, no dejaron sus convicciones a las puertas del Camp Nou. Intentaron jugar como casi siempre, pero los intérpretes, demostrando que son falibles, tuvieron, también como casi siempre, más del setenta por ciento de la posesión de la pelota, pero no les alcanzó para penetrar en la exasperante menesterosidad de Chelsea, que demostró que el amarretismo del fútbol que pregonan José Mourinho y sus adláteres tiene poder residual. Y este abril de 2012 quedará como uno de los meses más olvidables de las últimas temporadas del Barcelona. Fallaron casi todos los habituales mágicos solistas del colectivo futbolero más maravilloso que uno pueda recordar. Alguna vez tenía que pasar. Para regocijo de la conjura de los necios, que hace rato andaban agazapados, buscando su festejo berreta en la derrota de los mejores.
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