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Desde Jerusalén

Israel ha legalizado tres colonias no autorizadas, en una movida que los críticos dicen que efectivamente establece los primeros nuevos asentamientos judíos en la tierra palestina ocupada en más de veinte años. La movida provocó la condena inmediata de los palestinos, quienes acusaron al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de llevar al proceso de paz a otro punto muerto. La decisión de Israel también enojará a la comunidad internacional, a la que se ha comprometido repetidamente a desmantelar colonias no legalizadas y a refrenarse de aprobar nuevos asentamientos, considerados como el principal obstáculo para un Estado palestino independiente.

En cambio, la actual administración, dominada por los partidos halcones procolonias, ha intentado encontrar fisuras para evadir órdenes de la Corte exigiendo el desalojo de los colonos de comunidades consideradas ilegales bajo la ley israelí y reforzando el control judío sobre Cisjordania, reclamado por los palestinos como la base de su futuro Estado.

Los palestinos temen que la decisión de legalizar Bruchin, Sansana y Rehalim, hogar de cientos de colonos judíos, servirá como precedente para proteger algunos de las otras cien colonias en Cisjordania. Pero el gobierno insiste en que ése no es el caso, diciendo que simplemente estaba “formalizando el status” de los enclaves y que todos ellos habían sido establecidos por administraciones previas en las décadas de 1980 y 1990, pero que no se habían tratado algunos temas de procedimientos.

La comunidad internacional considera a todos los asentamiento judíos en Cisjordania y en Jerusalén oriental –territorio capturado junto con Gaza en la Guerra de los Seis Días de 1967– como ilegales. Israel, no obstante, diferencia los asentamientos, que ha aprobado, de las colonias, que sólo tolera.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.