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–¿Cuáles serían las particularidades de la violencia en el fútbol argentino?
–Los modelos de antagonización que se dieron en la Argentina no son los mismos que los que se dieron en el resto de Latinoamérica y de Europa. Anécdotas puedo contar varias, pero sería exponer un folklore bastante tétrico. En cuanto a lo teórico, el primer antagonismo que se da es el de Inglaterra y Escocia, un antagonismo típicamente feudal. Después aparece un segundo modelo de antagonismo, que se da en una pequeña medida en algunas ciudades europeas y que es el antagonismo por excelencia en Latinoamérica, que es el intraciudad: la división de una ciudad en dos grandes clubes. En Argentina, como singularidad, aparecen las bifurcaciones de esto con el interbarrios y, un paso más todavía, con el intrabarrio, el River-Boca. Estos modelos de antagonización, estos cuatro escalones, no están presentes en otros países. Se llega al primero o al segundo, a lo sumo. La historia cuenta que el primer partido de fútbol se armó pateando una cabeza de un danés, bueno, el único lugar donde se pateó así una cabeza fue en Argentina, cuando en 1972, en un cuadrangular en La Carlota, Córdoba, los hinchas mataron a un árbitro a patadas.