Con el partido inaugural, Horacio Elizondo realizó su debut en una Copa del Mundo y pasó sin inconvenientes el examen. Es cierto que el partido ayudó, pero el árbitro argentino no tuvo problemas para conducir el encuentro y llevarlo sin necesidad de tarjetas ni malas caras con los jugadores. Una máxima de la FIFA indica que el primer partido de un torneo marca la tendencia respecto a la forma de arbitrar a lo largo del certamen, algo que podría interpretarse de esa manera a partir de la sobriedad de Elizondo: apenas un par de tarjetas amarillas, cordialidad con los jugadores y diálogo fluido y siempre ubicado muy cerca de las jugadas. Los que no la pasaron tan bien fueron Rodolfo Otero y Darío García, los jueces asistentes que lo acompañaron, que tuvieron varias jugadas al límite por el adelantamiento que provocaban los dos equipos, en especial Alemania. Otero acertó en el primer gol de Wanchope, que picó bien habilitado, mientras que García convalidó bien el segundo tanto alemán cuando Costa Rica protestaba que Klose estaba inhabilitado. En cambio, en la segunda conquista de Wanchope, el delantero pareció picar un paso adelantado, pero García no levantó la bandera y Elizondo convalidó el tanto.