La jornada de ayer terminó de desnudar las falencias del sistema round-robin. Después de los retiros de Gastón Gaudio, Agustín Calleri y José Acasuso y la eliminación de cinco de los ocho máximos preclasificados, el formato de grupos planteó una nueva polémica. Es que en el primer turno debían jugar el español Juan Carlos Ferrero ante el ecuatoriano Nicolás Lapentti. Una victoria en dos sets depositaba al español en los cuartos de final, pero Lapentti se retiró por lesión y le dejó su lugar al checo Lukas Dlouhy. Así, el triunfo de Ferrero en dos sets fue anecdótico: como había perdido en su debut ante el francés Nicolas Devilder, no sabía si avanzaba a los cuartos de final. Incluso, previo al retiro de Lapentti, Devilder había quedado prácticamente eliminado del certamen y se especulaba que había dejado Buenos Aires. Pero las reglas del nuevo formato, muy confusas aún, decretaron a Devilder como el ganador del Grupo 8, porque al quedar Ferrero y Devilder con la misma cantidad de triunfos (uno), el primer puesto se definió por el partido entre ambos. La cara de Ferrero lo decía todo...

Otro de los casos que evidenció las fallas fue el de Flavio Saretta. El brasileño debió enfrentar al checo Jiri Vanek en reemplazo del cordobés Calleri, que había caído ante el español Albert Montañes. Ese partido no definía ningún pasaje, porque el brasileño sólo debía vencer al español para avanzar de ronda. De todos modos, Saretta perdió ante Montañes, pero bien podría haber regalado el partido en el que derrotó a Vanek después de batallar durante más de dos horas. “El sistema no es perfecto. Está claro que tiene cosas buenas y cosas malas, pero los jugadores tienen que ser más responsables –aseguró Miguel Nido, presidente de Alltenis Inc, la organizadora del certamen–. El tenis necesita un cambio. Si no funciona para los organizadores, los sponsors y el público, el año que viene Buenos Aires volverá al formato anterior.”