En Porto Alegre, la final de la Copa Libertadores de América es considerada un partido de alto riesgo y para ello se dispuso un megaoperativo policial. Las autoridades están ajustando los planes para custodiar el partido, que se jugará con estadio repleto con presencia de hinchas fanáticos de las dos partes, lo que puede derivar en hechos de violencia.

Tras algunos incidentes violentos registrados en Buenos Aires, la Policía Militar (PM) y órganos de seguridad del estado de Rio Grande do Sul dispusieron un plan que comenzará ya en Uruguayana (a unos 650 kilómetros de la capital gaúcha), en la frontera, para filtrar las excursiones argentinas.

Serán destinados un total de 1042 policías, además de 500 miembros de la PM desplegados por turno. Habrá el doble de efectivos que patrullan normalmente las calles de la ciudad.

“Aquel hincha que vaya al estadio con intención de promover desórdenes acabará detenido en la comisaría”, sostuvo el coronel Paulo Mendes, subcomandante de la brigada.

Cinco puntos de control hasta el estadio Olímpico durante los cuales habrá escoltas de la Policía Carretera y la Policía Militar, revisiones de ómnibus y control de entradas. De las 55 mil localidades puestas a la venta, apenas 2700 fueron destinadas a hinchas de Boca.

Como, pese a esos números, las autoridades policiales calculan que intentarían llegar hasta Porto Alegre unos 5000 hinchas boquenses –se organizaron 30 excursiones en ómnibus y cinco vuelos charters desde Buenos Aires– pretenden impedirles que alcancen la ciudad en medio del clima caliente aquellos que no tienen tickets.

En medio de este clima, Boca pidió garantías para evitar incidentes, por lo que sus dirigentes mantuvieron reuniones con autoridades deportivas y policiales locales. El secretario general de Boca, Luis Buzio, dijo haber quedado “muy satisfecho” con el operativo.