Apenas terminado el partido que el domingo River le ganó por 2-0 a Gimnasia y Esgrima de Jujuy en el estadio Monumental –o quizá sobre el final del encuentro también–, varios medios informaban sobre un nuevo enfrentamiento entre barrabravas de River, ahora ya con identificaciones cuasi geográficas, lo que no resulta demasiado extraño, si se recuerda la zona de la Capital Federal –la calle Altolaguirre en Villa Urquiza más precisamente– donde fue baleada la casa de Alan Schlenker, uno de los pesados de los Borrachos del Tablón, y donde ocurrió el asesinato de Gonzalo Acro, muy cerca de allí también. Por supuesto, la banda de marras se da en llamar “La del Oeste”.

No se sabe si cortos, pero sin duda no perezosos, los dirigentes de River salieron a desmentir el dato periodístico en referencia a “entre dos y seis heridos” y “más de veinte detenidos”.

Al día siguiente, el lunes, Javier Castrilli corroboró los dichos de la dirigencia de River que ya modificaba un poco –casi del todo– lo de unas horas antes, al insistir en que “en la cancha no pasó nada”. Ya cuarenta y ocho horas después, prácticamente no se habló más del asunto. Y parece que a nadie, ni a River ni a las autoridades civiles responsables de la seguridad, ni a la policía ni a los medios que difundieron la noticia les interesa más el tema. Pero aquí hay quienes mintieron y nadie se hace cargo.