Las fábricas recuperadas son una imagen icónica de la crisis argentina de hace una década. Ellas mostraron, con dramática nitidez, el desarme de los núcleos tradicionales del trabajo. Pero también, y sobre todo, fueron fuente de experimentación social –y de inspiración global– para llevar adelante prácticas de autogestión y de trabajo sin patrón. Las ocupaciones y recuperaciones de fábricas, a diferencia de décadas pasadas, se produjeron cuando los dueños (y más precisamente el capital) había desertado de ellas, lo que daba un carácter completamente inédito al proceso. Una vez vacías, el desafío de ocuparlas era inmenso porque la ocupación no era transitoria ni con un plan de reivindicaciones limitado, sino que significaba que quedaban enteramente en manos de las y los trabajadores. A diez años de esas experiencias iniciáticas y emblemáticas, Juan Pablo Hudson –doctor en Ciencias Sociales de la UBA, becario del Conicet y quien además integró el colectivo Universidad Experimental de Rosario– narra en Acá no, acá no me manda nadie. Empresas recuperadas por obreros 2000-2010 (Tinta Limón Ediciones) el largo recorrido de varias recuperadas del Gran Rosario, sus dilemas y trayectorias, de un modo que combina la investigación con la anécdota, el ensayo con la crónica y el humor con el análisis. El objetivo es contornear grandes preguntas: ¿qué significa el mando obrero sobre la producción?, ¿qué aportes y qué problemas supone la relación con el Estado?, ¿es posible vincularse con el mercado según reglas propias?, ¿qué disciplina exigen las recuperadas?