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El 2011 será recordado como el año en el que las clases medias y bajas salieron a las calles a indignarse desde Madrid, pasando por El Cairo, hasta el corazón de Manhattan. Los indignados del 15M vivieron como momento inaugural el primer campamento de protesta el 15 de mayo pasado en la Puerta del Sol, de allí deriva su nombre. Salieron a protestar contra los recortes de presupuestos que afectan a los sectores más vulnerables, contra los despidos y contra el gasto de miles de millones de dólares destinado a salvar a los bancos. Si con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tuvieron motivos para manifestarse, los indignados españoles auguran un invierno caliente: el conservador Mariano Rajoy asume esta semana con la promesa de recortar todo y hacer bien los deberes que manden el FMI y el Banco Central Europeo.

Los miembros del 15 M dicen estar al margen de la política (y en contra de las recetas de las grandes formaciones, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español), se asumen como una organización horizontal sin líderes y llevan adelante asambleas de discusión sobre vivienda y economía, entre otros temas. Porque el movimiento interviene cuando la Justicia ordena desalojar a personas que no pueden pagar sus casas como consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria y entonces les buscan un lugar en donde albergarse. Al verlos, se puede desmitificar que sean sólo jóvenes estudiantes los que integran el movimiento: hay profesionales de mediana edad y ancianos, como los veteranos de la Asamblea Popular de Alcorcón.

En un mundo en el que el poder de las finanzas y las corporaciones termina controlando la política, como pudo constatarse en Grecia e Italia, en donde actualmente gobiernan tecnócratas alineados con la banca, los indignados españoles inspiraron a otros movimientos como A Ocupar Wall Street. El 15 M reivindica que sigue trabajando y está expectante ante la llegada a La Moncloa de un gobierno conservador (ver página 21). “Con Rajoy se vienen más recortes y una reforma laboral. Es la derecha pura y dura, por lo tanto, esperamos que el panorama sea peor. Saldremos a protestar, será un invierno muy caliente”, dijo a Página/12 en diálogo telefónico Emilio Martínez, miembro del 15 M y de Attac, un movimiento internacional contra la especulación financiera.

El electo jefe de gobierno, Mariano Rajoy, evitó criticar a los indignados, no así, por ejemplo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. La funcionaria del PP dijo en septiembre que el 15M “quiere transformar la Puerta del Sol en la Bastilla”. Su descripción fue agresiva y alarmista: “Son camorristas y pendencieros que abogan por un principio de democracia directa bajo el que se puede esconder un golpe de estado”.

Con una economía estancada, las clases medias españolas ven cómo su nivel de vida se deteriora rápidamente y los jóvenes recién egresados se encuentran sin empleo y, por lo tanto, sin futuro. España tiene un desempleo del 21 por ciento, que llega al 47 por ciento en los jóvenes menores de 30. “Si se recortan los derechos sociales, los indignados, los sindicatos, e Izquierda Unida, que se fortaleció en las ultimas elecciones, haremos visible nuestro rechazo porque estamos con los desfavorecidos” agregó Martínez.

Una parte importante de votos de izquierda que perdió el saliente gobierno de Zapatero se trasladó a Izquierda Unida, que pasó de 2 a 11 diputados: su mejor resultado desde 1996. Un partido que tendió puentes al movimiento de los indignados. Y que seguirá en esa línea, según explicó a este diario Adoración Guamán Hernández, candidata al senado por IU en Valencia y profesora de Derecho de la Universidad valenciana. “El partido se prepara para pasar cuatro años de resistencia tanto en las calles como en las instituciones. El grupo parlamentario deberá ser el altavoz de los movimientos sociales”. Todo indica que en el 2012 habrá más indignación.

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