Quien quiera encontrarse con ellas, las podrá ver, infaltables, cada sábado a la una del mediodía. Las deberán buscar en la Plaza Sampayo, también llamada del Entrevero, una de las tantas plazas que surcan la avenida 18 de Julio de Montevideo. Rocío Villamil y Estela Sampayo estarán acompañadas por otras mujeres, todas madres, y en el aire se escuchará una canción que en el estribillo repite la frase “maldita lata”. En Uruguay, decir lata es lo mismo que decir pasta base de cocaína. Y los “lateros” son los adictos a la pasta base. Rocío y Estela forman parte de Madres de la Plaza. Inspiradas en las madres de desaparecidos de este lado del río, estas mujeres decidieron organizarse para identificar las bocas de venta de paco, denunciar la complicidad de la policía y presionar al Estado para que mejore su oferta de contención y recuperación de adictos.

Con los modismos y el estilo cansino de los uruguayos, Rocío y Estela comentan que están sorprendidas por la pasividad del Estado argentino ante la propagación de la pasta base. “Hablando con las mamás me di cuenta que en Buenos Aires todo el mundo me decía ‘no sé a dónde llevarlo’. En Montevideo sí hay dónde ir. Hay un centro de referencia, el Portal Amarillo, que pertenece a la Junta Nacional de Drogas, donde hay terapia, internación, ambulatorio, grupos de padres”, dice Estela. “Me fui con la impresión de que Montevideo está mucho más cubierto que acá.” Sin pelos en la lengua, las dos orientales cuentan sus impresiones de su visita. “Acá son muy teóricos y nosotros somos más prácticos. Ustedes demoran mucho. Los pastabásicos no tienen tiempo, ¡tienen que actuar y empezar ya!”, advierte Estela. Es el único momento en que levanta un poco la voz, enseguida vuelve el tono dulce y campechano.

La visita de Rocío y Estela dejó sus marcas en Buenos Aires. En la ciudad hoy existe el Movimiento de Madres en Lucha (MML). Son madres de adictos al paco. Se reúnen todos los jueves a la tarde en la sede de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.