En el primer semestre del año la clase media porteña experimentó un alza de precios promedio del 13,2 por ciento. El dato surge de un relevamiento realizado por la consultora SEL sobre 280 grupos de artículos típicamente consumidos por ese sector de la población. Para el Indec, el IPC, que es una media de la población, aumentó 5 por ciento en ese mismo período. Según ese estudio privado, el conjunto de bienes y servicios que caracterizan el gasto de ese grupo aumentó un 22,7 por ciento en doce meses. El ejercicio realizado contempla una parte de la canasta que es “reveladora de los patrones diferenciales de gasto de la clase media”.

Aunque no se conoce la nueva cesta de bienes y servicios que componen el IPC oficial, sí se sabe que el índice reformulado excluye algunos productos incluidos en el presupuesto de los sectores medios. “Los consumos típicos de la clase media están subrepresentados, o a veces excluidos, en el actual IPC”, señala el informe de la consultora. La compra de comidas en restaurantes y rotiserías, el costo de las expensas y el salario del servicio doméstico quedaron fuera de ese indicador. Según el relevamiento de SEL, una comida rápida en una cafetería del microcentro acumula un aumento del 31,1 por ciento en lo que va del año y del 50,9 por ciento en términos interanuales. Por su parte, el servicio doméstico por hora subió 7,7 por ciento y las expensas de un departamento de 68 metros cuadrados en Villa del Parque crecieron 31,7 por ciento.

“Nosotros relevamos un conjunto de consumos característicos de la clase media, eso no significa que sean la mayor parte del gasto, pero sí definen un umbral de demanda del bienestar de ese sector”, explicó a PáginaI12 Ernesto Kritz, director de SEL. Uno de los datos relevados indica que cenar en una parrilla libre de la Costanera es 47 por ciento más caro que el año pasado. En tanto, en un restaurante de Belgrano, con un plato principal, postre y bebida, SEL detectó que cada comensal pagará 83 pesos cada uno, mientras que un año atrás el mismo menú le costaba 60 pesos.

A fines de julio, el jefe de Gabinete, Sergio Massa, se refirió a la necesidad de “recuperar la credibilidad del Indec”. Desde entonces cada vez son más los rumores de cambios en el organismo estadístico y cada vez más funcionarios critican públicamente la situación. Mientras tanto, los índices de precios elaborados por consultoras privadas continúan proliferando y ganan protagonismo. El relevamiento de SEL utiliza las ponderaciones de la Encuesta Nacional de Gastos de 1996-1997 porque se desconocen las actuales. Además, el informe señala que los bienes y servicios que releva no abarcan la totalidad de la canasta y reconoce que muchos grupos de artículos que no forman parte del estudio tienen “una ponderación significativamente mayor en el gasto, y con precios que también en muchos casos han crecido menos”. Pero el estudio sostiene que los bienes y servicios que subieron se “pueden reconocer como distintivos del perfil de consumo de la clase media y tal vez ayuden a explicar su humor social”.

Entre las “demandas mínimas de bienestar que identifica el estudio para el tercer quintil de la distribución del gasto de los hogares”, también se incluyen la educación privada, la telefonía celular, las vacaciones y la medicina prepaga. El costo de la educación subió desde julio entre 19 y 25 por ciento. El año pasado, el alquiler de un departamento de tres ambientes en Caballito valía 1000 pesos, ahora cuesta 1800. Un plan de salud privado para un matrimonio joven, sin hijos, aumentó 20 por ciento, y en agosto subirá 16 por ciento más. El cable subió a 97 pesos, cuando en julio pasado costaba 72.

En el rubro automotor, la consultora señala que el precio de un 0 kilómetro mediano, fabricado en Brasil, subió 17 por ciento, la nafta súper 30 por ciento, el seguro contra terceros completo 47 por ciento y una cochera en el centro es ahora 30 por ciento más cara que hace un año.

“Los más perjudicados por la inflación son los pobres”, señala el informe. Al predominar la informalidad laboral en el sector de menores ingresos, ven reducida su capacidad de renegociar salarios. Esa situación también se reproduce en “amplias capas medias no asalariadas o asalariadas fuera de convenio, cuyos ingresos evolucionan por debajo de los registrados”. En términos interanuales, el alza de precios del primer semestre de la canasta básica de alimentos, que releva SEL, fue del 30,3 por ciento. Mientras que la canasta básica total, que fija la línea de pobreza, del Indec registró un alza semestral de 33 pesos para una familia tipo, la consultora informó un aumento de 161 pesos. Así, según SEL, la incidencia de la pobreza en la población fue de 31,6 por ciento, de los cuales el 10,8 por ciento son indigentes. De ser correcta la estimación privada, los 5 puntos de diferencia que existen con las cifras oficiales representan 1,7 millón de personas que no son sujetos de políticas sociales.