Jueves, 5 de marzo de 2009 | Hoy
ECONOMíA › TRAS LAS AMENAZAS DE DENUNCIAS ANTE LA OMC, BRASIL BUSCA UN ACERCAMIENTO CON LA ARGENTINA
Cae el comercio bilateral con Brasil y sigue sin llegarse a un acuerdo para aplicar políticas conjuntas para su rescate. El temor a la competencia china frena los impulsos en el país vecino por endurecer la posición.
Por Cledis Candelaresi
Horas después de que el secretario de Comercio Exterior de Brasil, Welber Barral, amenazara con denunciar a la Argentina ante la Organización Mundial de Comercio por las medidas presuntamente proteccionistas, banqueros e industriales locales retrucaron la posición brasileña destacando que el desplome del comercio bilateral es consecuencia de la crisis global. Aunque nadie admite que haya habido una posición consensuada, los comunicados de Adeba y la UIA espejan la posición del Gobierno, que prefiere minimizar aquel embate y apostar a la ronda de negociación prevista para el día 12. Ayer mismo vino desde Brasilia un indicio tranquilizador. Un funcionario de mayor rango que el señalado admitió que podrían limitarse las ventas de productos externos brasileños en sectores “sensibles” para la economía argentina.
Lo que la administración de Lula busca con semejante esfuerzo es comprometer a su socio del Mercosur para que no claudique ante la competencia asiática, que ofrece esos mismos bienes a precios más competitivos. Ese desplazamiento es uno de los grandes desvelos brasileños. El otro es que las licencias no automáticas de importación y los “valores criterio” que impone la Argentina estimulen una caída aún mayor del comercio bilateral.
Nadie niega en Buenos Aires que la Aduana suele demorar algo más de los sesenta días reglamentarios para resolver sobre una licencia de importación, retrasando las operaciones más de la cuenta. Pero lo que replicaba ayer el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Cancillería, Alfredo Chiaradía, es que esa restricción apenas involucra “al 3 por ciento de los bienes que entran desde Brasil”, lo que no permite atribuir a esta barrera la caída de más del 40 por ciento de las compras desde ese socio del Mercosur. Lo mismo que dijo la ministra de Producción, Débora Giorgi, en su reciente visita a Itamaraty.
“Brasil no debe olvidar su larga historia en la aplicación unilateral de medidas arancelarias y paraarancelarias. Tampoco debe olvidar los largos años de superávit comercial con sus socios del Mercosur”, reza el comunicado de la Asociación de Bancos de la Argentina, núcleo de las entidades de capital nacional. “Llama la atención que una economía de la dimensión de Brasil esté orientando sus esfuerzos de política comercial hacia un socio cuyo resultado bilateral le es favorable (...), cuando más del 90 por ciento de sus exportaciones son colocadas en el resto del mundo”, apunta la UIA.
Los industriales también orientaron el foco hacia un punto que suele irritar aun más que los límites aduaneros, herramienta también utilizada por la nación vecina. “Brasil tiene más de treinta años de protección a la producción, junto con el financiamiento a tasas subsidiadas por parte de su Banco Nacional de Desarrollo, que incluso han sido otorgadas para la compra de empresas argentinas.” Una inquina profunda que coincide con el sentir oficial, no expresado públicamente.
A decir de un alto funcionario ligado a las negociaciones comerciales con Brasil, las subvenciones que otorga ese país explican “las diferencias de competitividad” frente a los productos argentinos. Cuestiones ésta y aquélla mucho más difíciles de resolver que los problemas puntuales, como el antidumping que Argentina acaba de imponer a los cubiertos Tramontina o las restricciones con las que podrían toparse la leche y el trigo local.
El propósito de las diplomacias es seguir conteniendo los conflictos con acuerdos de partes que autorregulen el comercio. Miguel Jorge, el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior brasileño, ayer dio una señal de buena voluntad en ese sentido cuando dijo que su gobierno analiza la posibilidad de poner tope a la venta de productos “sensibles” para la Argentina, como textiles, calzados o electrodomésticos. Oficiosamente, admiten que es una manera de tejer un acuerdo para frenar en forma conjunta la posible invasión de bienes chinos en esos rubros.
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