Miércoles, 5 de mayo de 2010 | Hoy
ECONOMíA › OSVALDO ACOSTA, PRESIDENTE DE ELECTROINGENIERíA, HABLA DE LA RECUPERACIóN DE LA INVERSIóN PúBLICA
La empresa creció durante 30 años, “adaptándose a las circunstancias”. Acosta defiende los méritos empresarios para ganar contratos “sin favores del Gobierno”, con el que no niega simpatías. “Estamos asociados con 25 empresas de nivel internacional”, resalta.
Por Raúl Dellatorre
Electroingeniería es una de las firmas de capital nacional de mayor desarrollo en los últimos treinta años. Acostumbrado a las controversias que desata el lugar alcanzado por su empresa, Osvaldo Acosta, su presidente y principal accionista, plantea su visión sobre el momento actual para el sector de la construcción, los proyectos de infraestructura en marcha, su relación con el Gobierno y hasta habla de los comentarios que lo ligan a supuestos favores oficiales para ganar licitaciones en Venezuela.
–La última publicación del Indec sobre evolución de la construcción muestra un repunte importante respecto del año pasado en el primer trimestre, pero dudas de los empresarios respecto de las perspectivas para el segundo. ¿Cómo perciben ustedes el panorama, tanto para la obra pública como la privada?
–Vemos un panorama positivo. Salimos de un período de algo más de un año, quizás año y medio, en el que el sector dejó de crecer, incluso podría afirmarse que bajó la actividad en la obra privada. Pero la obra pública nunca se detuvo. No conozco obras que estén o hayan estado paradas, salvo algunos sectores de viviendas dentro de los planes federales. En el sector eléctrico, continúa el plan de ampliación de la red de transmisión de alta tensión. Sobre un plan de 6000 kilómetros de tendido, están en ejecución obras por 3000 kilómetros. Se está completando el anillado de todo el sistema y, al mismo tiempo, haciendo un mallado que le va a dar más seguridad al sistema, evitando demoras en el servicio si se interrumpe alguna línea. Para eso, se están licitando líneas de media tensión, de 132 kv, al mismo tiempo que se sigue adelante con la de alta, de 500 kv. ¿Le parece que eso no es reactivación de la obra pública?
–Por momentos, suena como si hablara un funcionario de gobierno, por la forma en que enfatiza y defiende los planes de obra pública...
–Es en lo que siempre creí, en un proyecto nacional que apueste fuerte al desarrollo y con contenido federal. No es de ahora, aunque como empresa, en una trayectoria de más de treinta años, siempre hemos sabido adaptarnos a las circunstancias. Es nuestra responsabilidad, defender y mantener este pequeño bien nacional y a los trabajadores que se desempeñan en ella: 4500 que cobran su sueldo todos los meses y otros cinco o seis mil contratados como extras en las obras.
–¿Cómo es eso de adaptarse a las circunstancias?
–Como empresa, nacimos en 1977, en Córdoba, en plena dictadura. Nos desarrollamos en los ’80, pese al Plan Austral, la hiperinflación. Crecimos en los ’90, pese a las privatizaciones y el Estado ausente. Y en la última década hemos tenido un desarrollo muy importante. A eso me refiero: saber jugar con las reglas de cada etapa y adecuarse a los tiempos políticos.
–La política de este gobierno los benefició. ¿O no?
–Está claro que si se recupera la obra pública, a nosotros como empresa constructora y de ingeniería de grandes obras nos beneficia. Pero a partir de la experiencia y desarrollo que habíamos hecho en los años anteriores. Desde el año ’94, cuando se terminó Yacyretá, no se hizo nada en el país en cuanto a grandes obras de infraestructura, particularmente en el sector energético. Todas estas obras y planes de desarrollo en el sector se plantearon a partir de 2003. Cuando vino el proceso de privatizaciones, se archivaron todos los proyectos hidroeléctricos. Entre Agua y Energía e Hidronor (empresas estatales liquidadas por el menemismo, N. del R.) había alrededor de 20 proyectos, que ahora se están desempolvando. Son obras que si el Estado se retira y deja en la iniciativa privada, no se realizan. Difícilmente dé la rentabilidad para que la inversión la encare el capital privado. Es imprescindible que haya participación estatal, porque hay otros beneficios que no van a ser para el privado que la explote. La ampliación de la matriz energética para romper la dependencia de los hidrocarburos, por ejemplo, o la expansión del área productiva por riego.
–Pero a ustedes, como empresa, también los puede perjudicar estar ligados al Gobierno. Ultimamente se vincularon los contratos que obtuvieron en Venezuela con supuestos favores oficiales por su adhesión al kirchnerismo.
–Desde el punto de vista empresarial puro, esa imputación no tiene ninguna justificación. Porque nadie nos regaló nada, no estamos tocados por la varita de nadie. El último contrato que logramos en Venezuela, en enero de este año, es para la construcción de una planta de generación termoeléctrica de 500 megavatios de potencia, similar a la que estamos haciendo en Pilar, Córdoba. Es una licitación en la que fuimos calificados junto a otros siete oferentes, seleccionados entre 13 interesados que habíamos comprado pliego. Ganamos compitiendo con los principales actores internacionales en este rubro. Fue un proceso licitatorio duro, resuelto en cinco meses por la urgencia de Venezuela de resolver su problema de energía. A menos que haya condimentos políticos, no hay ninguna razón para levantar ninguna sospecha de favoritismo.
–¿Y existen esos condimentos?
–Sí, los hay. Hay interés de algunos medios en instalar la sospecha de irregularidades en las relaciones comerciales con Venezuela. Y nos involucran al ser una empresa argentina que se está desarrollando con estos contratos, haciendo aparecer como si eso fuera irregular. En el caso nuestro, está claro el interés político de vincularnos con el Gobierno. Pero no nos sentimos afectados por esto último.
–¿Pero una denuncia así no podría llegar a perjudicar el desarrollo de otros negocios en el exterior de Electroingeniería?
–No, para nada. Ni siquiera sé si llamarla denuncia. Nos venimos desarrollando como empresa constructora y de ingeniería de obra desde los ’80, calificados internacionalmente, cada vez con más potencialidad. Actualmente estamos asociados con unas 25 empresas de nivel internacional en obras importantes. Acceder a una obra importante significa estudiarla, cuidar todos los aspectos, los económicos, el desarrollo tecnológico, elegir la mejor estructura de costos competitivos. Tener el personal especializado para cada disciplina, capacitarlo permanentemente. ¿Cómo me va a afectar que un columnista diga que logro ganar una obra en el exterior por las relaciones que tenemos con el gobierno? Realmente, sería muy débil si fuera así.
–Volviendo al desarrollo de infraestructura energética local, ¿qué perspectiva ven para la energía eólica?
–Es un rubro que venimos estudiando hace, por lo menos, tres años. Es nuestra manera de apostar al futuro, abriendo nuevos frentes de trabajo. Actualmente hay dos parques eólicos importantes en funcionamiento, pero hay entre 10 y 15 proyectos en estudio, en evaluación o en proceso de decisión de concreción. Nosotros venimos participando en dos, uno en Pico Truncado y otro en la provincia de Córdoba.
–¿Con Atucha II se cumplirán los plazos de obra previstos, o se volverá a retrasar, como ha sido la experiencia histórica en los emprendimientos de energía nuclear?
–El caso de Atucha II es el ejemplo claro de lo que sucedía en los ’90. Inversiones del Estado, como las dedicadas al desarrollo de la energía nuclear, con todo el equipamiento comprado, eran abandonadas. Nosotros tomamos hace dos años el contrato de construcción y terminación del montaje electromecánico de Atucha II. Recuperamos mucha gente especializada, que había participado de etapas anteriores. Hoy la obra está en pleno desarrollo y construcción. Hay 5500 personas cumpliendo funciones. Junto a otras empresas de primera línea, venimos trabajando en forma permanente para cumplir con los plazos previstos. El próximo año estará concluida la obra, y luego de un período de pruebas, para octubre o noviembre de 2011 estará en condiciones de ser puesta en funcionamiento.
–Además de Venezuela, ¿en qué otro país están trabajando fuera de la Argentina?
–Desde los ’80 que venimos desarrollando nuestra actividad en el exterior. En Perú estamos instalados en forma permanente desde hace diez años. Actualmente, tenemos una obra importante en ejecución en Bolivia, la ruta que denominan Corredor Transoceánico, porque cruza el país de este a oeste vinculando por tierra y vía rápida los distritos productivos de la Media Luna (oriente del país) con la ruta al Pacífico. Son 180 kilómetros de carretera por alta montaña. Estamos participando actualmente de una licitación vial en Paraguay y no descartamos jugar en Brasil.
–A propósito de Brasil, un fuerte competidor de ustedes en las licitaciones por las facilidades crediticias que ofrece, ¿los beneficia en algo, financieramente, que el canje de deuda se resuelva exitosamente?
–Es muy importante que el país salga definitivamente del default. Como empresa constructora argentina, nos abre las puertas a salir a competir en el mundo con la posibilidad de contar con financiamiento internacional, que hoy no podemos ofrecer. Eso nos igualaría con empresas de Brasil, China, Corea y hasta de España, por citar los casos más usuales de competidores. Es un valor agregado para ofertar. Eso es lo atractivo de volver al mercado financiero internacional, la posibilidad de generar nuevos negocios. No para volver a endeudarnos como país, sino para que sea un potenciador más de nuestro crecimiento.
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