El Ministerio de Trabajo convocó para mañana a una nueva reunión del Consejo del Salario Mínimo. La cartera que conduce Carlos Tomada llamó ayer a las partes intervinientes, gremios y patronales, las cuales se encontrarán a las 14 en la sede del ministerio para definir un nuevo piso salarial, que beneficiará a unos 400 mil trabajadores que no están comprendidos bajo ningún convenio colectivo de trabajo. La discusión se presenta ardua, dada la brecha que existe entre lo que pedirán los sindicatos y lo que los representantes empresarios señalan estar dispuestos a otorgar. El pedido de las centrales obreras es de un piso de 2600 pesos, lo que implica una mejora de 41 por ciento respecto de los 1840 actuales. Los representantes de las cúpulas empresarias consideran que es una “exageración”. En tanto, desde el Gobierno apuntan a lograr un acuerdo entre 26 y 28 por ciento, teniendo en cuenta que los aumentos conseguidos por las distintas paritarias en el año promediaron el 27,5 por ciento.

Se esperaba el llamado para principios de agosto, luego de que hubiesen concluido algunas paritarias clave, como la de Sanidad. Sin embargo, las elecciones primarias dilataron el arranque. Las posiciones, no obstante, se fueron presentando hace varias semanas. La Confederación General del Trabajo (CGT) fue la primera en salir a la cancha, anticipando un incremento del salario mínimo a 2600 pesos. El secretario general del gremio de Trabajadores de Dragado y Balizamiento y miembro de la CGT, Juan Carlos Schmidt, volvió a defender ese piso. “Son 83 pesos por día, una suma lógica, razonable, prudente para establecer el umbral de salario en la Argentina. Pedimos pasar de los 1840 pesos actuales a 2600 pesos, sin quedarnos atrapados en porcentajes, en fórmulas y en comparaciones que no siempre responden a la realidad sobre el piso salarial que necesita un trabajador”, argumentó.

La Central de Trabajadores Argentinos (CTA) se sumó al pedido. Pedro Wasiejko, secretario adjunto de la entidad liderada por Hugo Yasky, adelantó que el aumento salarial que pedirán “dependerá de que se acepten tratar otros temas que nuestro sector reclama desde el momento en que el Gobierno volvió a convocar al Consejo”. “Para que el salario mínimo no pierda su capacidad adquisitiva corresponde que se fije en no menos de 2750 pesos”, señaló Wasiejko. “Estaríamos dispuestos a aceptar un incremento a 2600 siempre y cuando se garantice el cumplimiento de los otros puntos que demandamos y que permitirían lograr un avance en el futuro para todos los trabajadores”, admitió.

La cúpula patronal cuestiona el porcentaje, por considerar que “está muy por encima de la inflación”. “Nosotros estamos lejísimo del aumento del 41 por ciento que plantea la CGT. Esa cifra fijaría un piso superior al de algunos convenios y podría provocar la reapertura de paritarias”, había señalado el vicepresidente tercero de la UIA, Juan Carlos Sacco. Esta posibilidad fue rechazada de plano por el Ministerio de Trabajo, debido a que los mínimos bajo convenio se encuentran lejos de los pisos que se manejarán en el Consejo. Por su parte, el ex presidente de la Unión Industrial Héctor Méndez sostuvo que “se habla de 40 por ciento de aumento y después se habla de inflación de 7 por ciento anual”. “Hay algo que no cierra”, disparó el empresario plástico. El actual titular de la entidad fabril, José de Mendiguren, sostuvo que “no hay un atraso para arrancar con la cifra que planteó el sector sindical”.

Durante el encuentro, además de la cifra, las partes deberán ponerse de acuerdo en el cronograma de pagos. El salario mínimo en la Argentina se mantuvo congelado durante la década del noventa en 200 pesos, equivalentes a 200 dólares. A partir de 2003 fue elevado sucesivas veces por decreto, y en 2005 volvió a funcionar el Consejo. En total, fueron 18 subas hasta llegar al nivel actual, de 1840 pesos (438 dólares), lo que implica un incremento de 820 por ciento.