Martes, 20 de septiembre de 2011 | Hoy
ECONOMíA › S&P BAJó LA CALIFICACIóN DE LA DEUDA SOBERANA
La calificadora de riesgo Standard and Poor’s degradó ayer la nota de la deuda italiana. La agencia de rating justificó el recorte en la “debilidad” del crecimiento económico y en la “fragilidad” que evidencia el gobierno de Berlusconi para reducir la segunda mayor deuda de la Eurozona. La nota pasó de “A+” a “A”, con perspectiva negativa, lo cual abre la puerta a otro posible recorte, en el caso de que no cumpla con las expectativas de ajuste sobre las que presiona el establishment financiero. La información se conoció anoche en Londres, luego de que concluyera la rueda bursátil de las principales plazas internacionales, las cuales finalizaron con importantes caídas en el Viejo Continente. Las pérdidas alcanzaron al 3 por ciento, ante la incertidumbre sobre un default de Grecia. La rebaja de la nota de la deuda italiana amenaza con profundizar hoy esa caída.
“Las perspectivas de crecimiento económico de Italia son débiles y consideramos que la fragilidad en la coalición de gobierno y las diferencias políticas dentro del Parlamento continuarán limitando la capacidad para responder decisivamente a los desafíos domésticos y macroeconómicos externos”, señala el comunicado de S&P presentado a última hora de ayer. En el documento se detalla un pronóstico de crecimiento anual promedio para Italia de 0,7 por ciento de 2011 a 2014, del anterior 1,3 por ciento que había estimado la calificadora. Italia sigue así el camino de España, Irlanda, Portugal, Chipre y Grecia, cuyas calificaciones de deuda fueron recortadas.
S&P también bajó el mes pasado la nota de Estados Unidos. Por lo tanto, Italia es el segundo país del G-7, de las economías más grandes del mundo, que sufre la rebaja en su calificación. Aunque los inversores lo venían previendo, este hecho deja al país más expuesto a un ataque especulativo y a soportar mayores presiones del establishment financiero para profundizar el ajuste fiscal. Como en otros países de Europa, esa política contractiva está generando fuertes protestas y tensiones sociales.
Al mismo tiempo, Grecia sigue en la mira. El representante del FMI en ese país, Bob Traa, afirmó ayer que es “vital” que el gobierno helénico implemente las reformas acordadas en el plan de rescate con la Unión Europea (UE) y el FMI. “La pelota está en el tejado griego. La implementación es vital”, aseguró. Por su parte, la reunión del ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, y la “troika” de supervisores –conformada por la Unión Europea, el FMI y Banco Central Europeo– ha sido “mejor de lo esperado”, y ambas partes están “cerca de alcanzar un acuerdo”, relataron fuentes cercanas a esa negociación. La reunión virtual se reanudará hoy y mañana se celebraría una cumbre ministerial en la que se anunciarían medidas.
Este principio de acuerdo contemplaría mayores recortes para reducir los gastos del Estado. Según anunció Venizelos, habrá “nuevos recortes en el sector público”, por los cuales cerca de 100 mil empleados del Estado podrían perder su trabajo, mientras que hasta fin de año se prevé el cierre de varias empresas que dependen de subvenciones estatales. Semejante poda no hará más que agravar la crisis social griega.
El BCE, en tanto, continuó comprando deuda soberana de países en crisis. En total, suma un record de 152.500 millones de euros en sus reservas. La jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, justificó el accionar en que “la disgregación del euro llevaría a la disgregación de Europa”. En ese contexto, las Bolsas europeas finalizaron en caída, encabezadas por Milán, con el 3,2 por ciento.
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