ECONOMíA
“La pugna entre dolarizadores y devaluadores aún no terminó”
El economista Eduardo Basualdo piensa que la devaluación sólo generó una un nuevo golpe redistributivo a favor de los exportadores y una caída fenomenal del salario. Y que Duhalde está consolidando la dolarización.
Por Fernando Krakowiak
Eduardo Basualdo es coordinador del área de Economía de Flacso y miembro del Instituto de Estudios sobre Estado y Participación de la CTA. A fines del año pasado publicó Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. Un libro polémico en el que describe los mecanismos que utilizaron las clases dominantes durante los últimos 26 años para garantizar el control político sobre los sectores populares, al mismo tiempo que impusieron un patrón de acumulación basado en la concentración del ingreso y la exclusión social. En esta entrevista con Página/12 Basualdo señaló que el plan de Eduardo Duhalde es “absolutamente coherente con el transformismo argentino, que se caracteriza por plantear un discurso y hacer todo lo contrario”. Según dijo, la devaluación no reactivará la economía, pero “generará un nuevo golpe redistributivo a favor de los exportadores y una caída fenomenal del salario”. También aseguró que “la pugna entre dolarizadores y devaluadores aún no terminó porque la nueva administración está consolidando de hecho la dolarización”. ¿La licuación de los pasivos de los grandes grupos económicos concretada en nombre de la “salvación” de las pymes y los pequeños deudores evidencia la continuidad del “transformismo argentino”?
–El transformismo argentino siempre se caracterizó por plantear un discurso y hacer todo lo contrario. Duhalde es absolutamente coherente con este planteo. Si uno observa los ejes del plan económico se da cuenta de que el único cambio fundamental fue una devaluación tendiente a beneficiar al capital oligopólico local y a algunos conglomerados extranjeros. El Ministerio de la Producción se parece más a un ministerio de lobbies para lograr prebendas que a un organismo tendiente a impulsar un relanzamiento productivo. Lo mismo ocurre con el Seguro de Empleo y Formación. Le pusieron el mismo nombre del seguro que reclama el Frente Nacional Contra la Pobreza, pero no cumple ninguna de sus condiciones. Comparado con los millones que licuaron los grandes grupos se parece a la propina de un mozo. En lo político la situación se repite. La reforma lanzada por Duhalde es una caricatura del reclamo que plantea la sociedad. La solución no pasa por disminuir los gastos sino por avanzar hacia una democracia participativa. Es un error creer que hay un veto a la política como espacio. Lo que la gente rechaza es un sistema que garantizó la exclusión social y la concentración del ingreso con militares, radicales y peronistas.
–¿Qué consecuencias traerá la devaluación?
–A diferencia de otras etapas de la historia argentina, ahora tenemos un efecto de devaluación puro. No hay retenciones a las exportaciones agropecuarias ni a las energéticas, que son las principales beneficiadas. Esto generará un nuevo golpe redistributivo a favor de los exportadores y una caída fenomenal del salario, porque cuando se deja al margen el consumo interno el salario pierde la condición de demanda y sólo es considerado como un costo que hay que disminuir.
–¿El aumento de las exportaciones puede ayudar a reactivar la economía?
–Las exportaciones representan entre el 8 y el 10 por ciento del Producto Bruto Interno. Por lo tanto, deberían pasar muchas décadas para que un crecimiento exportador pueda incidir en forma significativa sobre la evolución del PBI. Además, un modelo exportador basado en productos agroindustriales y energéticos tiene un escasísimo impacto sobre la ocupación. Esta salida es sólo aparente. Estamos en un interregno. Los grupos locales se posicionaron en un lugar central, pero la pugna entre dolarizadores y devaluadores aún no terminó.
–Sin embargo, con la pesificación pareció resurgir la alianza entre los bancos y el Grupo Productivo.
–Lo que hubo fue una presión enorme de los bancos para evitar tener que pagar las consecuencias de la devaluación. Así fue como lograron transferir los costos a los ahorristas y al Estado, a través de un bonoque cubrirá la diferencia entre lo que deberán pagar los deudores y lo que recibirán los depositantes.
–¿Cómo se plantea el nuevo escenario de disputa?
–En el horizonte tenemos un nuevo conflicto entre devaluadores y dolarizadores porque la nueva administración está consolidando de hecho la dolarización. Duhalde no está generando ningún signo monetario interno que sirva como reserva de valor. Por lo tanto, todo aquel que quiera tener una reserva de valor tiene que ir al dólar. Esto implica presiones permanentes sobre el tipo de cambio. El incremento del dólar le generará al sector extranjero que controla las privatizadas enormes pérdidas patrimoniales que va a querer congelar en algún momento y eso se llama dolarización. Mientras tanto, las privatizadas ya iniciaron su ofensiva para reducir al máximo sus pérdidas aumentando las tarifas.
–¿Se está en condiciones de construir una alternativa?
–Creo que está en marcha la construcción de un nuevo frente social. La confluencia de los piqueteros con los sectores medios me parece muy significativa y un tema crucial para la conformación de un frente social democrático y participativo que pugne por una redistribución del ingreso. Además, tenemos la incorporación política de una nueva generación que se expresó en el enfrentamiento que protagonizaron los jóvenes contra el gobierno de De la Rúa el 20 de diciembre.
–¿Se podría llegar a producir una intervención militar para frenar la movilización social?
–Me parece difícil que puedan ocurrir interrupciones militares como las que se sucedieron durante el período de sustitución de importaciones. En los últimos 20 años, hubo experiencias que han invalidado esa opción. Lo que si habrá es un intento por encauzar el proceso democrático en vías cada vez más estrechas, en el marco de una creciente lucha política y social.