ECONOMíA › DESEMBARCO DE LA MISIÓN PARA AUDITAR LAS CUENTAS DE LAVAGNA
Que pase el que sigue, dice el FMI
El director gerente del Fondo Monetario afirmó que el organismo “está listo” para negociar con el próximo gobierno. Y dijo que quiere un “plan de reforma global”. Mientras tanto, manda a revisar las cuentas.
El director gerente del Fondo Monetario, el alemán Horst Koehler, envió ayer un mensaje para los candidatos que competirán en el ballottage del 18. Dijo que, cualquiera fuera el resultado, el FMI “está listo” para sentarse a la mesa de negociación con el nuevo gobierno para llegar a “un programa de reforma global”. Así, Koehler buscó marcar la cancha, dejando en claro que el nuevo presidente deberá negociar, lo antes posible, un nuevo acuerdo con el FMI. De hecho, en agosto expira el miniacuerdo firmado por Lavagna. Y a menos que el gobierno lograra un nuevo entendimiento, debería pagar hasta fin de año más de 5000 millones de dólares a los organismos internacionales para no ser declarada en default. El nuevo programa que exigirá al Fondo seguramente incluirá el reclamo de más ajuste fiscal para hacer más atractiva la renegociación de la deuda con los acreedores privados.
“Estamos listos para trabajar con el nuevo gobierno argentino sobre un programa de reforma global, que será necesario para avanzar en los actuales beneficios acarreados por la estabilización y para establecer una base firme para un crecimiento sostenido, acorde al considerable potencial del país”, declaró ayer Koehler, durante la reunión anual del Consejo de las Américas en Washington. Pero como en el Fondo todo mensaje viene saborizado con alguna señal de esperanza, Koehler dijo también que daba “la bienvenida a la reciente estabilización en Argentina”. Y hasta se permitió elogiar el espíritu democrático de los argentinos: “Las encuestas recientes sugieren que, a pesar de los difíciles momentos económicos, no existe deseo popular de un retorno a los pasados regímenes autoritarios”, señaló.
Sin embargo, dejando de lado la hojarasca, habitual en esta clase de declaraciones, fue su manera de recordar que la nueva administración deberá sentarse rápidamente a la mesa servida por el Fondo Monetario si el país no quiere volver a hundirse en la crisis.
En realidad, el próximo gobierno no tendrá otra alternativa que encarar dicha negociación con el FMI, porque en agosto caduca el miniacuerdo alcanzado por Lavagna. Y a partir de entonces hasta fin de año vencen más de 5000 millones de deuda con los organismos internacionales: 3.247 millones de dólares con el FMI, 1.170 millones con el Banco Mundial, y unos 970 millones con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La única forma de refinanciar esos vencimientos es con un nuevo acuerdo con el Fondo.
Pero en esta oportunidad, a diferencia del entendimiento “transitorio” que concedió a Duhalde, Washington pretende un acuerdo de largo plazo, “el programa de reforma global” al que aludió Koehler. Dentro del menú, se descuenta, el Fondo incluiría pautas mucho más estrictas de ajuste fiscal, de modo de tal de alcanzar un superávit suficiente para asegure un flujo de remesas importante a los acreedores privados y hacer más atractiva la la renegociación de la deuda.
Mientras tanto, la misión del FMI que aterrizó en los últimos días en Buenos Aires tendrá hoy sus primeras reuniones oficiales, con funcionarios de la Secretaría de Finanzas del Ministerio de Economía. El equipo de técnicos está encabezado por John Dodsworth, quien una vez finalizada la misión, asumirá su nuevo rol de delegado residente del FMI en la Argentina.
Oficialmente, el objetivo de los enviados del Fondo será auditar las cuentas fiscales del primer trimestre del año, que el gobierno habría sobrecumplido. Pero según trascendió en las últimas horas, los burócratas podrían dejar en el despacho de Lavagna la agenda de “deberes pendientes”, entre los que se destacan en el corto plazo la apertura definitiva del corralón y las compensaciones a los bancos por la pesificación asimétrica.