ECONOMíA › AL FACILITAR LA SALIDA, SE ALIENTA LA VUELTA DEL CAPITAL ESPECULATIVO

Hacer la diferencia para después fugar

No sólo los exportadores están de parabienes con la liberación cambiaria. La especulación ahora puede aprovechar las altas tasas internas y después huir hacia refugios más seguros. El límite de giro es de medio millón de dólares por mes.

 Por Claudio Scaletta

El Banco Central continúa jugando al juego que más le gusta: la liberalización cambiaria. Esta semana se amplió el plazo para liquidar exportaciones de 30 a 90 días y se eliminó la obligación de liquidarlas directamente en el Central cuando superen el millón de dólares. Adicionalmente, empresas y particulares ya no enfrentarán restricciones para girar dinero al exterior cuando de pagar deuda se trate y podrán sacar libremente del país hasta 500 mil dólares mensuales. En teoría, el argumento actual de la liberalización es bajar la oferta interna de divisas para que no continúe cayendo su cotización. En la práctica, las cosas funcionan de otro modo.
Más allá de la voluntad declarada de combatir la baja del dólar, la política seguida hasta ahora por el ex JP Morgan Alfonso Prat Gay, muestra que los efectos conseguidos se enfrentan a los formalmente declarados.
Como la revaluación del peso es acompañada por exuberantes tasas de interés reales, la liberalización cambiaria significa, lisa y llanamente, “facilitar la salida” de los capitales especulativos. En lo que va de 2003 en Argentina se consiguen rendimientos en dólares 40 veces superiores a los que es posible obtener en Estados Unidos. La “sorpresa” por el positivo devenir de la economía argentina expresada por la número dos del FMI, Anne Krueger, no es más que un pálido reflejo de la euforia de los “inversionistas”. Bajo esta óptica se encuadran también los informes de los bancos de inversión internacionales que, casi unánimemente, comienzan a recomendar invertir en la Argentina. La bicicleta financiera está aquí.
Según destaca la consultora KP&M en una reciente investigación sobre los efectos de la política monetaria seguida por Prat Gay al frente del BCRA, dos cuestiones se volvieron evidentes:
- La verdad de que la desregulación cambiaria se tradujo en menor demanda de dólares (los mismos cuya oferta se quiere ahora restringir), especialmente por el incentivo para jugar a las altas tasas de interés internas provocado por “la facilidad de salida”.
- La falacia de que en la Argentina actual no hay demanda de dólares, tanto por los niveles de endeudamiento privado y público como por la realidad mostrada por el balance de pagos (fuga de capitales).
En un contexto semejante, el problema es qué pasa si se produce una vuelta al dólar –por ejemplo por una salida de los capitales especulativos que desean realizar su ganancia por las altas tasas o porque se debe pagar más deuda– y los dólares no se encuentran, tanto porque están en “formación de activos de residentes en el exterior” (fugados de hasta 500 mil por mes y por persona) o porque no hay obligación de liquidar las exportaciones. Si esto sucede, no faltará quien recuerde que mientras la inflación se planchaba y el dólar tocaba los 2,80 pesos, el Central optaba por no comprar reservas a los niveles que “legítimamente” (en términos de la ortodoxia) le habría permitido la fuerte mejora de los ingresos tributarios.
Mientras tanto, la fiesta continúa. Existe un indicador claro, al alcance del equipo de Lavagna, que muestra la fluidez del ingreso y egreso de capitales especulativos. Según destaca el economista Leonardo Perichinsky, en la compraventa de dólares “hoy existe un arbitraje casi perfecto entre Buenos Aires y Nueva York”. Si hace un año desde Buenos Aires alguien pretendía comprar un dólar en Nueva York, debía pagar un sobreprecio del 10 por ciento. En la actualidad ese margen se redujo a cerca del 0,5 por ciento.
No obstante, esta situación no parece por ahora preocupar a los economistas. Manuel Solanet, de Recrear, consideró que la mayor liberalización morigerará la baja del dólar, “como pasó anteriormente cuando se adoptaron medidas para sostenerlo”. Eduardo Curia agregó matices. Aunque consideró que “las medidas están en la dirección correcta”, agregó que probablemente resulten insuficientes para “torcer la tendencia declinante del dólar”.
Según concluye el informe de KP&M, cuando en el futuro se repasen los efectos de la política monetaria de Prat Gay se encontrará que:
- Favoreció la apreciación del peso, reduciendo los niveles de intervención en el mercado cambiario.
- Promovió la especulación financiera en el mercado doméstico, propiciando la obtención de altos rendimientos medidos en dólares.
- Licuó los pasivos bancarios con el BCRA. Los redescuentos por 17.500 millones de pesos fueron otorgados en efectivo y se devolverán en un plazo de 7 años.

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Alfonso Prat Gay, presidente del Banco Central. Jugando al juego que más le gusta: flexibilizar normas.
 
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