Miércoles, 18 de julio de 2012 | Hoy
ECONOMíA › A CUATRO AñOS DEL VOTO “NO POSITIVO” DE JULIO COBOS CONTRA LAS RETENCIONES MóVILES A LA SOJA
Qué perdió la Mesa de Enlace: incidencia política y capacidad de presión sobre el Gobierno. Qué ganó: fortunas con la valorización de los granos y la tierra. Quién perdió: la industria mediana con menos competitividad y los consumidores.
Por Sebastián Premici
“Hoy por hoy el campo está en una situación muy difícil”, sostuvo Néstor Roulet, ex vicepresidente de CRA. “No puede comercializar sus productos por la fuerte intervención. Por eso considero que estamos peor”, agregó Luciano Miguens, ex titular de la Sociedad Rural. Ayer se cumplieron cuatro años del “voto no positivo” de Julio Cobos, lo que marcó el final de un proyecto de retenciones móviles y un conjunto de beneficios para los pequeños productores, como la segmentación a la hora de cobrar los derechos de exportación. Los dirigentes de aquella época, y los actuales, insisten en que están “peor” que cuando se lanzó la resolución 125. Sin embargo, los niveles de rentabilidad de los últimos años, los altos precios de los commodities y el valor de la tierra en las zonas núcleo desmienten esas aseveraciones. Lo que cambió entre aquel 17 de julio de 2008 y la actualidad es el peso específico de la Mesa de Enlace, hoy virtualmente desactivada.
“La única verdad es la realidad, y cuando un país, en vez de declinar su producción la incrementa, a pesar de las inclemencias climáticas, uno percibe que los que producen en el país tienen la voluntad de seguir haciéndolo. Hoy la actividad sigue siendo atractiva”, explicó a Página/12 Luis Basterra, presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados (ver aparte).
Según las previsiones del Ministerio de Agricultura, que actualmente conduce Norberto Yauhar, durante la cosecha 2011/2012 se producirán 87,38 millones de toneladas de granos. Si bien representan un 14 por ciento menos que la campaña anterior (la merma se debe a los efectos de la sequía), las ventas al exterior totalizarían 29.774,3 millones de dólares. De este total, el fisco recibiría 8596 millones de dólares. El valor promedio del trigo está calculado en 260 dólares por tonelada, el maíz en 270 dólares y la soja en 570 dólares por tonelada.
Para el economista Nicolás Arceo, la rentabilidad en dólares del sector es más elevada que durante la convertibilidad. “Las ganancias por hectárea de la producción agrícola evaluada en dólares constantes fueron, en el período 2002-2010, de 270 dólares, frente a los 208 dólares generados en la convertibilidad, es decir, un 30 por ciento más”, indicó el economista en un trabajo publicado en la revista Realidad Económica.
Uno de los grandes mitos que pretendió instalar la dirigencia agropecuaria era que con las retenciones los productores perdían rentabilidad. Los commodities no han dejado de subir, como tampoco dejó de incrementarse el precio de la tierra. Los valores de los campos no aumentan tanto por el precio internacional de los granos sino por la rentabilidad que producen.
El valor de la tierra mostró una suba de casi 400 por ciento en el último decenio. Durante la década del ’90, el promedio de una hectárea se ubicaba en los 3100 dólares, mientras que el mismo predio en la zona núcleo ahora cotiza cerca de los 15.000 dólares.
“También hay un componente especulativo que hizo aumentar el precio de los alimentos. Como sucedió esto, también empezaron a crecer fuertemente los salarios. Si se hubieran aplicado las retenciones móviles, se podrían haber atemperado las subas de los alimentos. Ahora el costo lo pagan las pequeñas y medianas industrias que pierden algo de competitividad. En su momento, la UIA no dijo nada de las retenciones móviles y eso se explica porque gran parte de su capital está diversificado en el campo”, manifestó Andrés Asiain, docente de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche, en diálogo con Página/12.
La visión de los dirigentes agropecuarios de la Mesa de Enlace siempre estuvo centrada en sus intereses políticos (asociados a los distintos partidos de la oposición), más que en la defensa de los productores. Cuando el famoso proyecto de ley se trató en la Cámara de Diputados (donde obtuvo media sanción, luego rechazada en la Cámara alta), el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, se fundió en un abrazo con Agustín Rossi, titular del bloque K y uno de los más férreos defensores de esa iniciativa.
Es que todos los cambios que se le habían introducido –segmentación para pequeños productores de 200 hectáreas en adelante y compensaciones por transporte– habían sido negociados directamente con la Federación Agraria, vía Eduardo Macaluse (SI). Sin embargo, el federado optó por sostener su alianza con la Sociedad Rural, CRA y Coninagro. Por eso luego festejó el voto no positivo de Cobos. Desde su discurso, Buzzi dejó de pedir por una segmentación de las retenciones y se volcó por reclamar una eliminación total de los derechos de exportación.
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