Miércoles, 18 de julio de 2012 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por José Adaszko*
Una parte de la comunidad judía está transitando el camino hacia la banalización del magnicidio. Abundan las frases hechas, como los slogans de marketing, las agencias y los cerebros de la publicidad no paran de crear nuevas consignas (hoy es el pan de la memoria). La actual dirigencia de AMIA expulsa a un grupo que representa uno de los sectores de los familiares y amigos de las víctimas por temor a lo que puedan decir, esto por decisión de una sola persona, según las públicas declaraciones del rabino que ostenta hoy por hoy el verdadero poder político de AMIA. El acto en sí se está convirtiendo más en un ritual mecánico que en una real tribuna de protesta y reclamo, pero protesta y reclamo en serio, no con discursos que son un cliché que se reitera porque no hay nada nuevo para anunciar o reclamar. De este modo, el acto, valga la redundancia, se convierte en parte de una obra teatral con una puesta en escena trágica y lamentable.
* Ex vicepresidente de la AMIA.
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