Miércoles, 16 de octubre de 2013 | Hoy
ECONOMíA › LULA DIO CáTEDRA SOBRE INCLUSIóN SOCIAL Y ADVIRTIó LOS ERRORES POLíTICOS QUE COMETE EUROPA FRENTE A LA CRISIS
Frente a dirigentes políticos y empresarios locales que participaron del Congreso de Responsabilidad Social en La Matanza, el ex presidente de Brasil dio una lección de cómo construyó política desde su origen de pobreza.
Por Javier Lewkowicz
"Soy hijo de una mujer que nació y murió analfabeta. Mi mamá no sabía escribir una "o" ni siquiera con un vaso. Y nosotros fuimos el gobierno que hizo más universidades en la historia del Brasil. Les dimos a los hijos de los trabajadores lo que nosotros no habíamos tenido. Brasil empezó a funcionar porque pusimos a los pobres y a los trabajadores en el centro de la escena. Pasaron a ser parte esencial de la solución en lugar de ser el problema, se integraron al mundo del trabajo y del consumo después de siglos de exclusión." El ex presidente de Brasil, Lula, hace virtud de su origen, desde el cual plantea sus ideas acerca de la unidad latinoamericana, el quehacer político, la relación con otras figuras políticas, la democracia y las prioridades en la agenda de gobierno. En la segunda jornada del Primer Congreso Internacional de Responsabilidad Social, en Ciudad Evita, Lula se llevó todas las ovaciones.
El ex presidente se inscribe en la camada de líderes que encabezaron el giro político de la región. “Tuve el gusto de ser presidente de Brasil en un momento de oro para América latina, de convivir con Néstor Kirchner y con Hugo Chávez. Dos personalidades que pensaban en los más pobres. No conseguimos todo lo que debíamos hacer, pero nuestra región está mejor que hace diez años. Son dos ejemplos a seguir”, dijo, y aprovechó para desearle a la Presidenta, Cristina Fernández, una pronta recuperación.
“Estamos frente a alguien que sacó de la pobreza a 40 millones de personas”, lo presentó Bernardo Kliksberg, presidente del congreso. “Kirchner, Lula y Chávez se colaron por la hendidura de la historia”, graficó Alessandra Minnicelli, presidenta de la Fundación Observatorio de Responsabilidad Social. También presenciaron la disertación el gobernador bonaerense, Daniel Scioli; el intendente de La Matanza, Fernando Espinosa, y el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Alberto Barbieri. Kliksberg citó una anécdota que le contó un ex ministro de Lula: “Los miembros del gabinete siempre sabíamos qué tenía Lula en la cabeza: si lo que le estábamos proponiendo era bueno o no para los pobres”.
En la región, juntos
“Brasil y Argentina no tienen que entrar en conflicto, uno lo complementa al otro. A veces nos peleamos por boberías, por cosas menores. Brasil no puede ser rico solo, y Argentina tampoco puede ser rica sola. En la región no tenemos instrumentos propios, por eso cada vez que hay un dolor de barriga corremos al Tribunal de La Haya y a esas instancias. Tenemos que tener nuestras propias instituciones. Todavía tenemos una cabeza colonizada”, planteó Lula. Ponderó, a diferencia de muchos pensadores de la región, el modelo europeo de integración. “Yo soy fanático del modelo de integración de la Unión Europea, una unificación de 27 países después de lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial. Espero que podamos hacer algo parecido en función de nuestra historia. A la vez, no podemos repetir el error que está cometiendo Alemania, que exige que los demás hagan los sacrificios. Están tratando problemas políticos como si fueran problemas económicos. No, la crisis es política”, explicó.
Lula pidió rediscutir el modelo de desarrollo global. “Los CEO continúan cobrando millonarios bonus. Europa se gastó billones en salvatajes de bancos, otro tanto se gastó en Irán, Libia y Siria. Todas esas personas deberían saber que lo más barato es salvar a 870 millones de seres humanos que todas las noches se van a la cama sin un plato de comida. Es impresionante la falta de sensibilidad. Aquí no queremos bombas atómicas ni nada de eso. Queremos trabajar, estudiar, disfrutar y tener acceso a la cultura. Eso es lo que queremos conquistar.” Y desató un vibrante aplauso.
Diálogo, política y medios
“Se me cayó la oreja de tanto escuchar. Dudo que en toda la historia de Brasil haya habido un presidente que conversara tanto con empresarios, sindicalistas, negros, indios, con todos. Decían que mi gobierno era asambleísta. Es que yo no soy un académico o un intelectual, no lo sé todo. En vez de decir ‘ya está’, preguntaba ‘compañero, ¿cómo es su historia?’. Tengo que aprender, y se aprende escuchando a las personas. A veces aquellos que hablan mal están siendo más sinceros que los lamebotas. No habríamos alcanzado el éxito sin nuestro diálogo social”, reflexionó.
El ex mandatario revalorizó a la política “con mayúscula”. Mencionó las recientes manifestaciones en Brasil, en los países árabes y los indignados en España y Portugal. “La democracia es movimiento, no un pacto de silencio. La sociedad busca nuevas conquistas. Les digo a los jóvenes: fuera de la política no hay solución. En lugar de negar la política, de decir que Lula no sirve, que Cristina no sirve, hay que entrar y cambiar la historia. El que quiera algo mejor, que presente candidatos”, invitó. Apuntó a los medios. “En algunos países de América latina la prensa actúa como si fuera un partido político, sólo que no tienen el valor para decirlo. La lección no se la da el presidente, sino el lector, el oyente o el televidente. Con Internet, dejó de ser santa la palabra de los medios.”
Brasil: pobreza,
racismo y empresas
“Los pobres no son un problema mientras están tranquilos, tampoco el hambre ni la miseria. El problema político es cuando se movilizan. En Brasil se daba por sentado que había que gobernar para un tercio de la población”, definió Lula. Recordó que el Plan Bolsa Familia permitió que 55 millones de brasileños tengan un ingreso mínimo garantizado, el aumento del salario mínimo y del crédito, las 36 millones de personas que salieron de la pobreza, los 20 millones de empleos creados y las 3 millones de empresas, y elevación de 40 millones de personas a la clase media.
Recién el año pasado el juez Joaquim Barbosa, en un conmovedor acto, se convirtió en el primer presidente de raza negra del Tribunal Supremo de Brasil (que equivale a la Corte Suprema), en un país que tiene la mayor población negra fuera de Africa. Dilma sancionó una ley que reserva la mitad de las plazas en las universidades federales a estudiantes de escuelas públicas, y dentro de esa cuota hay una distribución entre negros, mulatos e indígenas proporcional a la composición de la población de cada estado de ese país. “Los afrodescendientes estaban condenados a ser ciudadanos de tercera. Con los cupos, tengo fe de que en algunos años habrá gerentes de empresas y médicos de raza negra”, comentó Lula.
“Ningún país será soberano si allí hay pobreza y desigualdades”, define el metalúrgico que dirigió el sindicato y después al Brasil. Cuando llegó a lo más alto, contó, tenía miedo de equivocarse. “Es que yo no hablo español, tampoco francés o inglés, así que si me equivocaba no podría refugiarme en Europa o Estados Unidos haciendo un posgrado. No me iba a quedar otra opción que volver a San Bernardo –en San Pablo, donde comenzó como operario en Industrias Villares–, y allí los compañeros no me lo iban a perdonar.” Lula hace de su origen una virtud.
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