ECONOMíA

Un millón y medio de hogares con necesidades básicas insatisfechas

El Indec difundió ayer que la inflación de agosto fue cero, a la vez que presentó resultados del Censo 2001 que revelan que el 14,3 por ciento de los hogares tiene NBI.

En noviembre de 2001, cuando la convertibilidad se aproximaba a su fin, el 14,3 por ciento de los hogares de la Argentina, alrededor de un millón y medio, registraba Necesidades Básicas Insatisfechas. El número difundido ayer por el Indec resulta del procesamiento con cuentagotas de los resultados del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2001, cuando los sectores más vulnerables de la población no habían padecido aún el impacto de la devaluación. Desde diciembre de 2001 hasta agosto de 2003 incluido, el Indice de Precios al Consumidor (IPC) que también elabora el instituto estadístico creció el 44,5 por ciento, mientras que la Canasta Básica Alimentaria lo hizo el 68,9 por ciento.
Es probable que el freno en la evolución de los precios en lo que va del año, si bien refleja también un menor crecimiento de la actividad económica, haya traído algo de paz al universo de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI). Debe tenerse en cuenta que el 14,3 por ciento medido en 2001 es un porcentaje sobre el “número de hogares”, que en total son algo más de 10 millones, y que es precisamente en el sector con NBI donde los hogares registran el mayor número de integrantes. Esta salvedad, más el aumento de precios con ingresos semicongelados desde el fin de la convertibilidad, hace compatibles los datos emergentes del censo con el hecho de que 1 de cada 2 argentinos sean pobres y 1 de cada 4 indigentes.
El censo confirma un mapa regional de la pobreza, donde la mayor concentración de familias con privaciones se encuentra en el norte del país –principalmente en Salta, Jujuy, Chaco, Santiago del Estero y Formosa, donde los hogares con NBI promedian el 27 por ciento– mientras que la zona pampeana y la Patagonia austral (excluida Tierra del Fuego) muestran las mejores condiciones de vida, con NBI entre el 10,1 y 13,4 por ciento de los hogares. Las menores privaciones se registran en la ciudad de Buenos Aires, con “apenas” el 7,1 por ciento de los hogares con NBI, una cifra que responde sobre todo a que la capital expulsa el grueso de su pobreza extramuros de la General Paz y el Riachuelo.
Se considera que un hogar, entendido como la persona o grupo que viven bajo un mismo techo y que comparten los gastos de alimentación, no satisface sus necesidades básicas cuando presenta al menos una de las siguientes restricciones: habitan en condiciones de hacinamiento (más de 3 personas por cuarto), la vivienda es “inconveniente” y con condiciones sanitarias precarias (sin retrete y provisión de agua). Además, al menos un niño en edad de escolaridad no asiste a clases y existen cuatro o más personas por miembro ocupado que no completó el tercer grado de la primaria.
En este universo del 14,3 por ciento del total de hogares, el 60,2 por ciento carece de cobertura médica privada u obra social, el 50,8 por ciento no tiene provisión de agua en la vivienda, el 17,6 habita en viviendas con piso de tierra y el 71 por ciento carece de teléfono.
Por último, entre los datos destacables llama la atención que Neuquén, la provincia más rica en producción de gas y petróleo del país y la que, por lo tanto, recibe el máximo de regalías por estos rubros, se cuente, con un 15,5 por ciento de hogares con NBI, dentro del segundo grupo de las provincias más pobres, junto con Río Negro, Catamarca, La Rioja y Tierra del Fuego. Apenas una muestra de los efectos para el conjunto de la sociedad de la privatización de los recursos energéticos.
En tanto, ayer también se difundió el índice de precios al consumidor, cuya variación de agosto fue del 0 por ciento, cifra que confirma el freno inflacionario que se registra desde los primeros meses de 2003. Así, en los ocho primeros meses del año los precios sólo aumentaron el 2,5 por ciento y un 4,9 en la comparación contra agosto de 2002.
Por su parte, la canasta básica de alimentos –con la cual se miden los límites de la línea de pobreza e indigencia– tuvo una caída interanual de 0,2 por ciento. El Indec también informó que los precios mayoristas registraron un alza del 1,5 por ciento. La inflación “cero” es consecuencia de aumentos de 3,1 por ciento en bienes y servicios varios, de 0,5 en alimentos y bebidas y 0,4 por ciento en educación; lo cual se compensó con bajas de 2,1 por ciento en indumentaria, 1,9 en esparcimiento y 0,1 por ciento en viviendas y servicios básicos y atención médica. La directora de Precios del Indec, Graciela Bevacqua, dijo que “el alza de 3,1 por ciento en bienes y servicios se debe básicamente al arrastre del aumento del precios de los cigarrillos que se había producido en julio”.

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El freno al aumento de precios trajo un poco de paz para los hogares más pobres.
 
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