EL PAíS › EL SENADO COMENZO EL PROCESO DE ENJUICIAMIENTO A MOLINE O’CONNOR
Los radicales casi fueron defensores
Antes de comenzar a leer los cargos contra el cortesano tenista, los senadores debieron resolver varias cuestiones de privilegio, entre ellas la situación del radical Baglini, que finalmente no fue excusado, y la de Cristina Fernández de Kirchner.
Por Felipe Yapur
Lo negaron en todo momento. Sin embargo, la sospechosa tozudez de los senadores radicales en insistir apoyar el pedido de excusación planteada por el mendocino Raúl Baglini –con argumentos similares a los que utilizaron los abogados del cortesano Eduardo Moliné O’Connor para solicitar la nulidad del proceso– los dejó más cerca del rol de defensores del supremo tenista que de jueces en el juicio político contra el integrante de la Corte Suprema. Si bien no lograron su cometido, el radicalismo consiguió tender un manto de sospecha sobre la imparcialidad que les exige el caso. Situación que se agravó cuando acompañaron –sin éxito– el pedido de recusación contra la senadora Cristina Fernández de Kirchner que exigió la defensa de Moliné. Así, tras cinco horas de tenso debate, donde se cruzaron chicanas, cuestiones de privilegios y desapariciones fortuitas de las bancas a la hora de votar, el Senado se aprestaba a escuchar –al cierre de esta edición– la lectura de la acusación contra el juez de la Corte.
Belicosos desde un primer momento y antes de comenzar a debatir la solicitud de excusación de Baglini, los radicales arremetieron primero contra las “ofensivas” declaraciones del diputado del PJ, Ricardo Falú. A los senadores de la UCR los indignaron las declaraciones que realizó la semana pasada cuando se frustró la sesión de la Cámara alta. “Pacto espurio entre menemista y radicales”, afirmó el tucumano y se desató la furia que ayer se tradujo en furibundas cuestiones de privilegio.
De ofensas y banelcos
Con rostro adusto, de ofendido, el presidente del bloque radical, Carlos Maestro, abrió el debate solicitando una cuestión de privilegio contra el diputado Falú. Molesto por las declaraciones del tucumano, el senador se dedicó primero a leerlas para luego preguntarse –con forzado tono catedrático– “¿qué pretendió Falú con este torpe afán de protagonismo mediático?”. El chubutense se respondió que lo único que conseguía el diputado era tender un manto de sospecha “sobre la ecuanimidad que deben actuar los senadores”. Si bien fue una crítica, su afirmación sirvió como anticipo de lo que luego el propio Maestro protagonizaría al convertirse en lo más parecido a un defensor del cortesano. Antes de ello se dedicó a repudiar las “lamentables” declaraciones, hecho que hizo extensivo a los diputados Nilda Garré (Frepaso) y Carlos Ipararraguirre (UCR), quienes esperaban junto a Falú en el salón contiguo al recinto.
Otro de los ofendidos fue el riojano Eduardo Menem. El senador no le reconoció autoridad moral al legislador que lo acusó de integrar un “pacto espurio” entre menemistas y radicales que provocó la caída de la sesión anterior. Envalentonado, acusó al tucumano de “cobarde” por hablar en potencial y no atreverse a decir las cosas por su nombre. “Creo que el motivo de esta tremenda sobreactuación es para quedar bien con el Ejecutivo, que es el que impulsa el juicio”, azuzó y agregó que “si hay pacto y algo huele mal no está precisamente en el Senado”, dijo sin atreverse a señalar de dónde proviene ese mal olor.
Parecía que todo iba a quedar allí hasta que habló el radical José Zavalía. El santiagueño comparó el efecto de las críticas de Falú con el escándalo de los sobornos que sacudió al Senado en el año 2000. Esto provocó que Antonio Cafiero diera un respingo en su banca. Pidió la palabra para asegurar no se trató de un simple escándalo ya que “dos jueces federales declararon que tenían la sospecha firme de que hubo sobornos en el Senado”. El que saltó esta vez fue su compañero de bancada y uno de los imputados por ese caso, Angel Pardo, quien dijo se vio incluido en ese caso “sólo por haber sido mencionado en un anónimo y por las expresiones de alguien gagá (en referencia a Cafiero), un héroe depies de barro al que los mendocinos todavía le preguntan qué hizo con el piano de la Casa de Gobierno”, supuestamente desaparecido en la época en que Cafiero fue interventor en esa provincia.
Ni te excuso ni te recuso
Superada la etapa de las ofensas, los senadores se abocaron a dos cuestiones espinosas como lo eran la excusación solicitada por Baglini y la recusación que los defensores de Moliné interpusieron en contra de Kirchner. La senadora patagónica intentó modificar el orden de los temas al pretender que sea tratada primero su situación. “Es una cuestión de cortesía”, argumentó la legisladora. Baglini, haciendo gala de una punzante ironía le respondió raudo: “Por cortesía le abro una puerta o la dejo subir a un ascensor, pero esto no se trata de cortesía”. Así las cosas, Kirchner prefirió retirarse del recinto.
Los argumentos de Baglini para insistir con su excusación giraron alrededor de que la causa judicial que lo tiene en la Corte puede transformarse en un leading case “que podrá modificar la legislación actual”. Hasta allí todo bien, pero el mendocino no dudó en ingresar al complicado tema de la posible recusación que podrían ser objeto aquellos legisladores que son abogados. De hecho, ayer ingresó al cuerpo un pedido de nulidad por parte de la defensa al destacar la existencia de legisladores que tienen matrícula en el Colegio de Abogados. El senador sostuvo que aunque se recusara a todos los profesionales del derecho que hay en el recinto, el tribunal del juicio político no se resentiría porque igual se mantendría el quórum necesario. “Si rechazan mi solicitud, tal como se prevé, me están condenando a la impropia condición de trabajar como ñoqui y a vivir una situación de clandestinidad”, aseguró Baglini mirando fijo al vicepresidente Daniel Scioli. En su defensa se expresaron los radicales Maestro, Jorge Agúndez, Carlos Prades. Pedro Salvatori del Movimiento Popular Neuquino, Ricardo Gómez Diez (Renovador de Salta) y el riojano Menem acompañaron la posición de Baglini.
Los dichos del mendocino provocaron la reacción de la puntana Liliana Negre y el jefe del bloque del PJ, Miguel Pichetto, quienes a su turno remarcaron las coincidencias de los argumentos de Baglini con los de la defensa de Moliné. “Por estas coincidencias exijo la recusación in limine de la excusación”, afirmó la puntana quien habló en representación de Cristina Kirchner que seguía las alternativas desde su despacho. Al momento de votar, el clandestino Baglini se retiró. Igual no tuvo suerte. En favor del rechazo se expresaron 28 senadores, todo el justicialismo (Eduardo Menem se abstuvo) más la frentista Vilma Ibarra, y en contra lo hicieron 17 senadores de la UCR, los partidos provinciales y la frepasista Diana Conti.
Luego llegó el turno de la recusación contra Kirchner. Los radicales no abrieron la boca, pero votaron en contra de la esposa del Presidente quedando una vez más del lado del “correligionario” Moliné. Sin más, se votó repitiéndose prácticamente el mismo resultado: 32 votos a favor, incluido todo el PJ y 12 en contra, básicamente compuestos por el radicalismo. Luego, al cierre de esta edición, ingresaron los diputados al mismo tiempo en que los radicales abandonaban sus bancas en repudio a los legisladores.