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El mundo financiero se pregunta si el experimento argentino va a andar

Al término de la Asamblea Anual Conjunta del FMI y el Banco Mundial, en Dubai, la negociación de la deuda argentina quedó como tema casi excluyente, a falta de otras definiciones de fondo. Las preocupaciones de Köhler y el fantasma del terrorismo tras el comercio mundial.

La Argentina se convirtió en protagonista principal de la Asamblea Anual conjunta del FMI y el Banco Mundial que culminó ayer en Dubai, al haber elegido ese ámbito para lanzar su oferta de reestructuración de la deuda en default. Esa es la sensación que quedó ayer tras el cierre de las deliberaciones, sin grandes novedades en los encuentros formales y con un llamamiento de los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete a poner en práctica una mayor flexibilidad en los tipos de cambio “en países o áreas económicas de peso, para promover ajustes extensos y graduales en el sistema financiero internacional”.
Otra voz de alerta en la jornada final fue la del director gerente del FMI, Horst Köhler, quien indicó que es necesario fomentar el diálogo entre países en desarrollo e industrializados, en especial tras el fracaso de las conversaciones de Cancún sobre comercio, en el marco del encuentro de la OMC. El alemán no se privó de agitar fantasmas para darles fuerza a sus declaraciones al señalar que, de otro modo, “seguiremos teniendo el terreno abonado para el terrorismo y problemas similares”.
El problema de los desajustes en las cotizaciones de las monedas se ha venido planteando como una de las principales preocupaciones del Fondo Monetario en sus recientes informes. Ayer, el yen entró en caída libre como inmediata reacción al comunicado del G-7, alcanzando sus valores más bajos en los últimos dos años. El FMI atribuye la baja en las divisas asiáticas al alto déficit en cuenta corriente de Estados Unidos –en la actualidad equivalente al 6 por ciento del PIB de ese país–, sumado a un abultado déficit presupuestario en la primera economía del mundo.
Otra advertencia del Fondo estuvo referida a la deuda pública de los países en desarrollo, cuyo aumento hoy la sitúa en torno al 70 por ciento de su producto bruto en promedio. Este nivel, sin embargo, está claramente excedido por Argentina (150 por ciento) y por Brasil. No es extraño, entonces, que la oferta argentina haya concitado tanta atención, marcando que quizás el único camino de salida cuando aquellos límites son excedidos es el desconocimiento de una parte sustancial de la deuda. Más allá de la irritación de los tenedores de títulos argentinos, los funcionarios de los gobiernos y de los bancos centrales presentes en el evento recogieron cada detalle de la oferta y del programa económico y monetario que el país se compromete a cumplir el año próximo. Durante todo 2004, Argentina será el tubo de ensayo que todos espiarán esperando ver la reacción.

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Horst Köhler, director gerente del FMI, exhortó a fomentar el diálogo entre los países.
 
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