ECONOMíA › APOYO DE LAS ENTIDADES A LA NEGOCIACION POR LA DEUDA EN DEFAULT
El empresariado bajó de la platea
Tras recibir el reproche del ministro de Economía de estar mirando la pulseada entre el Gobierno y los acreedores “como un partido de tenis”, las cámaras le brindaron un enfático respaldo.
Por David Cufré
“A veces uno tiene la impresión de que parte de la dirigencia argentina está como espectadora en un partido de tenis”, protestó Roberto Lavagna frente a representantes de las principales cámaras empresarias. “Muchos miran pasar la pelotita, como si la negociación con los acreedores fuera un problema del Gobierno, cuando del resultado de esta gestión dependemos todos”, agregó. Fue uno de los pocos momentos de tensión en el encuentro que organizó el Ministerio de Economía con todo el arco empresario, para reclamarles un respaldo mucho más decidido del que han dado hasta ahora en la pulseada con los tenedores de bonos. Desde las privatizadas a las pymes, pasando por los banqueros, los industriales, los ruralistas, los constructores y los comerciantes, todos los dirigentes manifestaron su apoyo al Gobierno y, en particular, a Lavagna. Hubo casi una competencia por ver quién era más enfático en sus declaraciones, que por eso mismo parecieron un poco sobreactuadas.
El primero en proponer la redacción conjunta de un comunicado o la publicación de una solicitada con la firma de todas las cámaras que participaron del encuentro fue Alberto Alvarez Gaiani, presidente de la Unión Industrial Argentina, quien hace esfuerzos por despegar su imagen del menemismo. El resto de los dirigentes se sumó de inmediato, y así surgió la elaboración, finalmente, de un comunicado.
“Las entidades representativas de las distintas actividades económicas renuevan el apoyo oportunamente expresado a la negociación del Gobierno para la reestructuración de la deuda”, arranca el documento. Lo firmaron Adeba, ABA y Abappra por los banqueros, Sociedad Rural, Coninagro, Federación Agraria y Confederaciones Rurales por el campo, la Cámara de Comercio, CAME y Udeca por los comerciantes, la Cámara de la Construcción, Adespa por las privatizadas, Apyme y la mencionada Unión Industrial. También lo hizo AEA, que agrupa a los directivos de las compañías de mayor peso del país.
Los otros dos párrafos del comunicado siguieron la línea que Lavagna definió en su exposición: que el superávit de 3 puntos del PIB que se acordó con el Fondo es lo máximo que se le puede pedir a la sociedad argentina, por más que los acreedores reclamen mayor excedente fiscal para que la quita sea menor al 75 por ciento, y que “los recursos que se asignen para servir los intereses de la deuda deben ser compatibles con el crecimiento económico y la atención de la deuda social”. En ambos casos, para que “el cumplimiento de los compromisos sea sustentable en el tiempo”.
Lo primero que dijo Lavagna fue que no buscaba una declaración explícita de respaldo al Gobierno sino que simplemente, quería contar en detalle el avance de las negociaciones con los acreedores. Nadie le creyó, sobre todo porque dos días antes Lavagna había pedido un apoyo “unánime” de la sociedad a la propuesta de reestructuración de la deuda. Aunque muy pocos suponen que su continuidad corra riesgos, en general los hombres de negocios coinciden en que Lavagna tiene que esforzarse para mantenerse bien posicionado.
La convocatoria tuvo toda la intención de involucrar a los empresarios en la pelea con los acreedores. De allí el reclamo porque muchos parecen estar mirando “un partido de tenis”. Otro reproche que hizo Lavagna fue a “los conferencistas, ex funcionarios, que hablan en defensa de los acreedores”. Aunque no hizo nombres, la acusación apuntaba a los tradicionales voceros de la ortodoxia, como los economistas de FIEL, CEMA, la Fundación Mediterránea y demás consultores de la city. “Me parece bien que representen el pensamiento de los acreedores, pero si están de su lado tienen que decirlo con franqueza. Tienen que transparentar qué posiciones defienden”, enfatizó.
Sobre el estado de las negociaciones, el jefe de Economía reveló que la propuesta definitiva de reestructuración, con las tasas de interés y todas las características de los bonos, se dará a conocer entre enero y febrero del próximo año. Luego sostuvo que “estamos en una etapa de tironeo significativo, pero que es normal”.
Luego estableció tres categorías de bonistas: “Están los fondos buitre, que juegan al conflicto y dicen no hasta el final; los inversores individuales, que son los más indignados y los más beligerantes, y finalmente los acreedores institucionales, que son fondos de inversión y de pensión, que saben que nuestra capacidad de pago es limitada y van a aceptar la negociación”. Según Lavagna, la clave está en convencer a miles de bonistas alemanes, italianos y japoneses, y se mostró esperanzado en que se logrará.