Domingo, 27 de diciembre de 2015 | Hoy
Uno de los objetivos definido por Mauricio Macri para su gobierno empezó mal. Las principales medidas económicas implementadas y las próximas anunciadas aumentan la pobreza en lugar de disminuirla.
Por Alfredo Zaiat
El presidente Mauricio Macri planteó en la campaña electoral, en el discurso de asunción de gobierno en la Asamblea Legislativa y en cada una de sus primeras presentaciones públicas uno de los principales objetivo de su gestión: Pobreza Cero. Es una meta aspiracional convocante que debe ser acompañada con iniciativas económicas y sociales para alcanzarla. El aspecto más destacado en las dos primeras semanas del gobierno de Macri es que el saldo de las medidas económicas implementadas y las próximas anunciadas van en dirección opuesta a esa ambiciosa promesa socioeconómica. En lugar de reducir la pobreza, es posible estimar que la ha aumentado calculada por nivel de ingresos, independientemente de la cifra absoluta subestimada por el Indec hasta que dejó de publicarla o del número sobreestimado de la Universidad Católica Argentina. Una menor capacidad de compra por la fuerte devaluación y modificación en el régimen de retenciones ha empujado a grupos vulnerables a caer por debajo de la línea de pobreza. Además la prevista eliminación de subsidios con aumentos de tarifas, la limitación de la negociación paritaria incluyendo el criterio de productividad y la apertura importadora implicará otro golpe a los ingresos de sectores populares y, por lo tanto, un fortalecimiento de la tendencia de sumar más pobres. En esta primera etapa del gobierno de Macri, el resultado de la política Pobreza Cero es una derrota por goleada.
La suba del tipo de cambio oficial de 9,8 a 13,50 pesos y la eliminación de retenciones al trigo, maíz y girasol han provocado un shock inflacionario que derivó en una caída del poder adquisitivo. En el último bimestre del año la tasa de inflación sumaría del 6 al 9 por ciento, con alza promedio de más del 20 por ciento en bienes de la canasta básica de alimentos. Es un porcentaje impactante para salarios y jubilaciones sin ninguna actualización. El exiguo bono de 400 pesos para la Asignación Universal por Hijos y haberes mínimos es un paliativo temporario (en 2010 esa ayuda extraordinaria había sido de 500 pesos), e impacta más en los niveles de indigencia que en los de pobreza. En enero, los precios seguirán en los elevados niveles actuales o un escalón más alto, y esos ingresos adicionales no estarán. Las previsiones privadas acerca de la evolución de los precios (por ejemplo, alzas en servicios privados) son poco alentadoras para el primer trimestre del año.
La magnitud del incremento de la pobreza a partir de las medidas dispuestas por Mauricio Macri será mayor que la registrada luego de la devaluación de enero de 2014 instrumentada por el entonces ministro Axel Kicillof y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega. Ese movimiento traumático del tipo de cambio fue cerca de la mitad del actual, no hubo otras medidas que alimentaran la inflación y durante el año se aplicó una política de ingreso compensadora. Pese a todo, el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) de la CTA-Yasky calculó que “la reducción del nivel de pobreza fue sistemático hasta 2014, año en que la devaluación y su acelerado impacto en el proceso inflacionario (38,7 por ciento en ese año) provocó un aumento del nivel de personas en situación de pobreza de más de 2 puntos porcentuales: del 18,0 por ciento en 2013 al 20,6 por ciento en 2014”.
El gobierno de CFK instrumentó medidas compensadoras por el lado de la política de ingreso: recomposición salarial, aumentando 3 puntos porcentuales en términos reales vía paritarias, significativas actualizaciones de la AUH, jubilaciones y salario mínimo, y una estrategia de control de precios que derivó en una desaceleración de los aumentos de la tasa de inflación. De ese modo, la pobreza retomó su sendero descendente a partir de la segunda mitad de 2014, para alcanzar el 19,7 por ciento en el segundo trimestre de 2015, según Cifra-CTA (las estimaciones de este centro de estudios, como las de la UCA, fueron utilizadas en los últimos años por los grandes medios amarillos para contrastarlas con las estadísticas del Indec).
Con este reciente antecedente, teniendo en cuenta que las condiciones macroeconómicas son similares (utilización de capacidad industrial instalada y nivel de empleo) y que la devaluación de Macri ha tenido una velocidad de traslado más rápida a precios, el aumento de la tasa de pobreza podría ser de varios puntos más que a comienzos de 2014, y sin una estrategia visible para revertirlo. Aquí surgirá la controversia sobre el valor absoluto de ese indicador. La responsabilidad política de haber sumergido en un mar de confusiones y tergiversaciones el análisis de la pobreza en Argentina es del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Primero el Indec subestimó la cantidad de pobres y después directamente dejó de publicar ese índice, desmesura amplificada por la intervención del Indec ordenada por Macri. El economista Jorge Todesca que pasó a conducir el instituto de estadísticas públicas directamente decidió suspender la difusión de todos los indicadores, incluyendo el de precios en meses donde la inflación se disparó. Este despropósito Todesca lo acompañó con otro más provocativo al equiparar lo que ha sucedido en el Indec con una dictadura y la violación a los derechos humanos. Las estadísticas no se merecen tanto castigo de unos y otros.
Pese a lo que se dice incansablemente sin más información que la percepción individual y la sesgada encuesta de la UCA, la presente situación sociolaboral ofrece elevados niveles relativos de ingresos y de mejoras de las condiciones materiales de los grupos sociales vulnerables. Es una explicación para entender porqué el shock inflacionario de Macri no está generando por ahora un estado de insatisfacción generalizado. El contexto es diferente a la hiperinflación del 89 (Alfonsín) y 90 (Menem) y al del estallido de la convertibilidad (De la Rúa y Duhalde), cuando había pobres y desempleados en cantidad. Igualmente, de acuerdo a la encuesta de expectativa de inflación de la Universidad Torcuato Di Tella, existe señales de que la sociedad está en estado de alerta: el saldo de ese relevamiento (del 1 al 9 de diciembre) muestra que la inflación esperada por la población (sectores de ingresos altos y bajos, y en todas las regiones del país) para los próximos doce meses subió 10 puntos porcentuales al ubicarse en el 30 por ciento, siendo el aumento mensual más alto de la serie histórica.
El informe “La naturaleza política y la trayectoria económica de los gobiernos kirchneristas” de Cifra-CTA, el centro de estudios coordinado por el economista Eduardo Basualdo, aborda la diferencia del estado socioeconómico del final del kirchnerismo respecto al de otros gobiernos democráticos desde 1983. Indica que la paradoja del resultado electoral adverso (al kirchnerismo) no se condice con una situación económica que en la vida de los argentinos no generó zozobras ni desasosiego como en anteriores traspasos de gobierno. Señala que tanto es así que “la crisis” para justificar el ajuste y las recetas ortodoxas de los neoliberales que desembarcaron con Macri, es más virtual que real. Para advertir que incluso las caprichosas cifras de pobreza con que se quiere generar el clima de final de función con fracaso kirchnerista son totalmente tendenciosas, “tal como lo demuestra el informe de Cifra de noviembre de 2015”. Apunta que desde el bloque dominante tratan de demostrar que nada cambió ni nada mejoró para los sectores populares, y “para ello dibujan índices de pobreza y estadísticas siempre desalentadoras avalados por los datos de las consultoras que ellos mismos digitan”.
El informe de pobreza de Cifra mencionado previene acerca de algunas estimaciones que tienden a sobreestimarla. Mauricio Macri, en su primera conferencia de prensa como Presidente electo, sostuvo que hay al menos 13 millones de pobres, incluso su ministro del Interior, Rogelio Frigerio, elevó la cifra a 14 millones, inflando los cálculos realizados por la Universidad Católica Argentina (28,7 por ciento en 2014, que representaría alrededor de 12,3 millones de personas).
Sobreestimar la cantidad de pobres no es inocente políticamente, ya no sólo para confundir sobre la cuestión social durante el kirchnerismo, sino por la evaluación que se realizará de la información que el interventor Todesca difundirá en su momento. Cuánto más elevada sea la cifra de pobres publicitada hoy, menor será el impacto de las medidas económica regresivas de los primeros meses del gobierno de Macri en las estadísticas de pobreza. Quienes se indignaron durante años por lo que denominaron manipulación de las estadísticas del Indec por parte del kirchnerismo tendrán la oportunidad de mantener ese estado de agitación con el macrismo. Será una prueba de coherencia para los guardianes de la pureza de las estadísticas públicas.
Por ello es que resulta pertinente presentar la última estimación de Cifra de modo de identificar la cantidad de personas en situación de pobreza e indigencia, así como su evolución durante el ciclo de gobiernos kirchneristas. Vale aclarar que estas estimaciones están basadas en el índice de precios minorista “IPC 9 provincias” desde 2007 en adelante (no el informado por el Indec) para definir el costo de la Canasta Básica Alimentaria (determina el nivel de indigencia) y la Canasta Básica Total (define el alcance de la pobreza). En ese cálculo está incorporado el índice de precios de la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (del gobierno macrista). Precisadas las cuestiones de la metodología para alejar los desbordes emocionales que empezaron a provocar las estadísticas a partir de la crisis del Indec, el documento de Cifra informa que la pobreza se ubicó en 19,7 por ciento en 2015 (datos correspondientes al primer semestre del año). Ese porcentaje equivale a 8,4 millones de personas aproximadamente. Se trata de una reducción de 30 puntos porcentuales respecto del existente en 2003, cuando la pobreza había trepado al 49,7 por ciento como resultado de la traumática crisis del neoliberalismo y la megadevaluación de 2002 (alrededor de 18,4 millones de personas). Es decir que durante las gestiones kirchneristas alrededor de 10 millones de personas pudieron salir de la situación de pobreza. Es un saldo extraordinario en relación a experiencias locales y de otros países, como lo han reconocido la Cepal, el Banco Mundial, la FAO y la Unesco, pero que ha quedado en una nebulosa por la desmesura kirchnerista en el Indec.
Otra forma de analizar las condiciones sociales de la economía que dejó el ciclo político del kirchnerismo es la “brecha de pobreza”. El reporte anual del centro de estudios Idear Desarrollo, dirigido por el economista Matías Kulfas, se ocupa del tema. Un documento elaborado por Guido Zack explica que las tasas de pobreza e indigencia son indicadores que captan la incidencia (población pobre o indigente como porcentaje del total), pero no la profundidad (cuán lejos están las familias pobres o indigentes de dejar de serlo). El resultado de ese análisis refleja una muy fuerte reducción de esa brecha durante el kirchenerismo siguiendo una evolución similar a las tasas: una muy importante disminución hasta el tercer trimestre de 2006, para luego seguir descendiendo aunque a un ritmo menor hasta 2013, cuando revierten la tendencia.
Los economistas de Cifra brindan las causas para comprender esa menor intensidad en la disminución de la pobreza. Dicen que no sólo fue el menor crecimiento económico de los últimos años, sino también el hecho de que a medida que se contraen los valores de pobreza, indigencia y desocupación, la reducción de cada punto es más compleja, más aún en un escenario dominado por una intensa puja distributiva y la consiguiente aceleración del proceso inflacionario. Por su parte Zack señala que “estos indicadores son también muy ilustrativos de la magnitud del problema de la pobreza e indigencia en términos del ingreso”. Para agregar que hacia 2003 era necesario una transferencia equivalente de alrededor del 14 por ciento del ingreso total para eliminar la pobreza y del 2,4 por ciento para la indigencia. Al segundo trimestre de 2015, esos porcentajes habían bajado sustancialmente: 2,5 y 0,3 por ciento, respectivamente.
Ahora, con las recientes y próximas medidas económicas de Macri, lo más probable es que vaya a ensancharse esa brecha. No sólo más personas habrían caído en la pobreza por el shock inflacionario, sino que quienes eran pobres por ingresos se habrían alejado de ese umbral para dejar de serlo. Más aún cuando el objetivo final de la estrategia económica del macrismo es imponer un nuevo estadio en la distribución de la riqueza de carácter regresivo disminuyendo la carga salarial (en pesos y en dólares) en los costos de las empresas. Macri ha erosionado de ese modo uno de los ejes rectores planteados para su gestión: Pobreza Cero ha quedado más lejos del punto de partida desde donde inició su gobierno.
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