Miércoles, 20 de julio de 2016 | Hoy
ECONOMíA › EN EL RUBRO ALIMENTOS Y BEBIDAS LA BAJA ES DEL 12 POR CIENTO EN RELACIóN A MAYO PASADO
Las cifras del Indec sobre ventas en supermercados y shopping hasta mayo evidencian que el total de facturación va perdiendo terreno con respecto a los precios: prueba de que está cayendo la demanda en los principales puntos de venta masiva.
Por Tomás Lukin
Uno de los pilares del crecimiento económico de los últimos años se desvanece a medida que avanza 2016. La caída en los niveles de consumo se extiende y profundiza hacia distintos sectores de la economía. Las ventas de los supermercados, medidas en pesos, registraron en mayo un incremento interanual del 24,7 por ciento y la facturación en los shoppings subió 20,7 por ciento en relación al mismo período el año pasado. En un escenario de recrudecimiento inflacionario enfocado en los bienes ofrecidos en las góndolas y locales de esos establecimientos, los guarismos publicados por el Indec ofrecen una muestra contundente para el impacto contractivo sobre la demanda que tiene la política económica del gobierno de Mauricio Macri. Los datos marcan caídas en términos reales de entre 10 y 20 puntos porcentuales cuando se lo compara con la inflación interanual anotada por algunos de los rubros más extendidos en esos centros de venta: Alimentos y bebidas, Restaurantes, Indumentaria y Equipamiento para los hogares.
El informe del Indice de Precios al Consumidor elaborado por el Indec no da cuenta de las variaciones interanuales. Por eso, los datos necesarios para dimensionar el impacto de la subas en los servicios públicos, la devaluación, la quita de retenciones, el alza en las tasas de interés, los miles de despidos y el desmantelamiento de los mecanismos de administración de precios, sobre el consumo de los sectores populares y algunas capas medias provienen de la información desagregada que publican las autoridades estadísticas porteñas. Los aumentos interanuales durante el mes de mayo en el IPC-CABA para esos tres rubros fueron: 34,4 por ciento en Restaurantes (utilizada como aproximación a los patios de comidas), 37,2 por ciento en alimentos y bebidas no alcohólicas, 38,1 por ciento en Equipamiento del hogar y 40,3 por ciento en indumentaria (en todos los casos, algunos puntos por debajo del 44,4 por ciento de aumento total que incorpora otras alzas como las dispuestas en las tarifas).
De esos datos se desprende un retroceso de 12 puntos en las ventas de alimentos y bebidas en los supermercados. Un relevamiento de la consultora CCR para el mes de mayo distribuido la semana pasada entre sus clientes arroja una contracción de las cantidades vendidas del 6,8 por ciento. El guarismo es inferior al que se desprende de los datos del Indec, aunque igualmente significativo y enciende señales de alarma entre las empresas del sector.
Descartada la posibilidad de una recuperación ante la profundización del programa económico del gobierno de Mauricio Macri, los voceros del Gobierno y los consultores prometen que durante el segundo semestre llegará una desaceleración inflacionaria. Lo que no explicitan funcionarios y analistas es que, si se convalida ese pronóstico, será explicado por la caída del poder adquisitivo y la contracción de las ventas. Las caídas en las ventas de los supermercados y shoppings están en línea con las trayectorias declinantes que muestran el consumo de carne, las ventas de calzados, la facturación de los comercios minoristas, los despachos de cemento o la demanda de electrodomésticos. En el mismo sentido se comportan las ventas de las grandes marcas de bebidas gaseosas, vinos, cervezas y lácteos.
De acuerdo con los datos del Indec publicados ayer, las ventas de los supermercados acumuladas en los primeros cinco meses de 2016 registraron un aumento respecto al mismo período del año anterior de 27,1 por ciento. En tanto, la facturación en los shoppings relevados por el organismo estadístico registró una variación del 27,2 por ciento. Ambos guarismos se ubican por debajo de la inflación promedio anualizada a lo largo de ese período.
El comportamiento recesivo, inducido directamente por las decisiones de política económica del Gobierno, impacta sobre la producción interna y profundiza las tensiones sobre el mercado de trabajo. Un informe de la consultora Kantar Worldpanel reveló que entre enero y abril, el 65 por ciento de los consumidores redujo la frecuencia con la cual hace grandes compras en el supermercado, similar a los que contrajeron sus comidas afuera y a la merma en la compra de ropa. El mismo documento estima que un 72 por ciento bajó la frecuencia con la cual renueva electrodomésticos, un 56 por ciento bajó sus salidas al cine y al teatro y un 52 por ciento las escapadas de fin de semana. Ese relevamiento evidencia cómo el desempeño del consumo registró hasta abril una leve mejoría para los segmentos de alto poder adquisitivo y un franco deterioro para el caso de los sectores populares. También se registró, de acuerdo a esa consultora, un cambio de hábito de consumo en favor de segundas marcas y a través de menor volumen.
El impacto de la caída en el consumo no se limita a los grandes hipermercados. Desde la cámara que agrupa a los comerciantes de la comunidad asiática informaron que la caída de sus ventas en mayo frente a abril fue del 30 por ciento, una retracción que se sumó a la baja del 12 por ciento en relación a marzo. Además, Yolanda Durán, presidenta de Cedeapsa, advirtió que durante el mes de mayo en los restaurantes chinos la venta de comida preparada por kilo bajó un 50 por ciento frente a comienzos de año.
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