ECONOMíA › ENTREVISTA EXCLUSIVA. HABLA GUILLERMO PERRY, ECONOMISTA JEFE DEL ORGANISMO PARA AMERICA LATINA
“El Banco Mundial es de centroizquierda”
Oyendo a Perry exponer el mamotreto sobre pobreza y desigualdad en Latinoamérica es difícil distinguir su línea política de la de Lula o Lagos, a los que precisamente elogia. Una combinación de programas sociales y ortodoxia económica. Kirchner no le provoca igual entusiasmo, pero lo dice con mil vueltas porque teme a la irritabilidad de los argentinos.
Por Julio Nudler
Página/12, en Colombia
Desde Cartagena de Indias
¿Usted diría que el Banco Mundial tiene una posición de centroizquierda?, le pregunta este diario, partiendo de sus planteos, en una deducción ineludible. “Esa posición el Banco la tomó hace mucho tiempo”, responde sin vacilar Guillermo Perry, economista jefe del BM para América latina y el Caribe. La entrevista con Página/12 se desarrolla en la caliente y húmeda terraza del hotel Claustro de Santa Teresa, en Cartagena de Indias, junto a la piscina, por cuyo borde cimbrean tropicales mujeres que el tecnócrata cree tan ávidas por acercarse a él como lo ha estado este cronista, sólo que con intenciones diferentes. ¿Habrá una línea del Banco Mundial para financiar proyectos de conquista sentimental? A Perry se lo nota nervioso, pero aparentemente no por las insinuantes muchachas sino por la Argentina, ese país de piel tan irritada en el que sienta mal cualquier cosa que diga o haga el organismo multilateral, demonizado con mayor o menor razón. Después de sus elogios a Lula y Lagos, el colombiano Perry se muestra perturbado por la pretensión de conocer su opinión –es decir, la del BM– sobre la administración Kirchner.
Profiere algunos pareceres que podrían interpretarse como positivos ma non troppo, aunque rodeados de advertencias y prevenciones sobre cómo deberían ser interpretadas sus palabras, que, por supuesto, no tendrían ninguna carga crítica. ¿No la tienen? Difícil aceptarlo. El diálogo lo incomodó lo suficiente como para que de pronto, cuando este enviado estaba por seguir con una inocente pregunta sobre el destino a dar al superávit fiscal (Perry defiende la conformación de un fondo anticíclico), diera por concluida la entrevista, quizá pensando en su esposa, que en esos momentos padecía de migraña en el cuarto de este palacio de huéspedes de la cadena Charleston, donde los negros, pulcros y educadísimos, están para servir, y los blancos, no tan discretos, para darse la buena vida, a pesar de que el BM denuncie la discriminación por etnia y raza en Latinoamérica como un factor primordial de desigualdad, y a ésta como un escollo para el crecimiento.
Según Perry, la centroizquierdización del BM se remonta al momento en que se dio la misión de combatir la pobreza. Fue en los tiempos de Robert McNamara, un ex jefe del Pentágono. Por primera vez se fijaba ese objetivo como clave. Luego esa orientación quedó diluida, pero James Wolfensohn, el aún presidente, le devolvió énfasis pleno. “Eso no quiere decir que siempre lo hagamos bien ni que seamos consecuentes”, concede Perry. Este es uno de los firmantes de un informe de 500 páginas sobre desigualdad en la región, y próximamente viajará a la Argentina para tratarlo con los más diversos interlocutores políticos y sociales, piqueteros incluidos. Esa monumental investigación sobre la pobreza tiene un problema: en general desemboca en recomendaciones de política económica que no difieren mucho del Consenso de Washington. Pero será mejor dejar para otra nota el análisis crítico de ese documento y el diálogo mantenido con Perry respecto de sus detalles. El asunto formó parte del debate en un provechoso encuentro de periodistas de análisis, convocado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada por Gabriel García Márquez.
–Oyéndolo, usted suena como un candidato socialdemócrata en algún proceso electoral latinoamericano...
–No sabría cómo decirlo, pero quizás una manera de ponerlo es expresar que los dos gobiernos con cuya política económica, en sentido integral, tenemos mayor identidad en la visión son el de Lula, que tiene esta combinación de políticas macroeconómicas muy prudentes, pensando en el muy importante papel de los mercados, y un énfasis enorme en la política social distributiva, y el de Lagos. En Chile han conseguido un sistema muy eficiente de mercado con mucho crecimiento y también una gran atención a la política social distributiva. Y además con éxito.
–Pero en materia de desigualdad, Chile no está mejor que antes...
–Desigualdad de ingresos, y es algo que nos preocupa y cuyo porqué hemos estado tratando de entender. Pero en el acceso a servicios fundamentales –educación, salud, infraestructura pública, todo eso– hay una mejoría del cielo a la tierra en los últimos quince años. Creemos que eso va a acabar teniendo un efecto sobre la distribución de ingresos también. Pero eso es en estos momentos más una hipótesis que una comprobación.
–¿No es hora de que pueda emitir una opinión, no sólo respecto de Lula y Lagos, sino también sobre Kirchner?
–...
–Si como funcionario del BM no siente ningún impedimento para elogiar regímenes específicos, es legítimo pedirle un veredicto sobre el desempeño del actual gobierno argentino...
–Claro, pero es que... Usted me hizo una pregunta muy concreta de con qué tipo, con qué esquema de políticas se siente identificado el Banco Mundial, cuál es la estrategia mejor para el desarrollo, y yo sólo puse dos casos como ejemplos. Evidentemente, por omisión implica que en los otros sitios vemos algunos problemas o fallas en ciertos aspectos. Pero, qué diría yo –y esto le pido el favor de que me lo trate con especial cuidado porque hay una gran sensibilidad en la Argentina para discutir estos temas... en realidad es más fácil hablarlos en otras partes–, que notoriamente en la política macroeconómica se están haciendo bastante bien las cosas. Esto se muestra en que se estabilizó la economía después de la crisis y está en una recuperación vigorosa. Bastante bien, aunque se podrían hacer mejor aún. Siempre hay campo para mejorar. Pero se están haciendo bastante bien. Ah...
–¿Y en la política social?
–Hay avances importantes en algunos sectores, aunque en otros no tanto. Este es una tema que la Argentina de los ’90 no avanzó mucho. Pero en los temas de carácter institucional, que son tan importantes para el largo plazo, la crisis generó un problema. Ocurrió que ciertos avances que se habían logrado en la institucionalidad estaban muy ligados al régimen cambiario de la convertibilidad, y al caerse ésta se perdieron.
–¿Cómo cuáles?
–El de la regulación financiera. En 1998 los informes de todos los expertos en el mundo sostenían que el sistema de supervisión y regulación bancaria en la Argentina era de los más avanzados. Y lo mismo ocurría con muchos de los sistemas de regulación de los servicios públicos. Pero unos y otros tuvieron el problema de estar ligados a la convertibilidad, y por lo tanto no se pudieron sostener. Y es necesario reestructurarlos. Se ha estado haciéndolo, pero es una tarea no completada, y eso lo saben muy bien en la Argentina. Esto crea dificultades en algunos casos, como el problema en el suministro de gas y en la energía. Esto tiene relación con aquello, con marcos regulatorios que se rompieron y no se han recompuesto. Obviamente, tendrán que ser diferentes de cómo eran antes.
–Entonces...
–Mire, yo quisiera pedirles de manera muy especial, a usted y a los lectores, que no entiendan esto como una crítica sino como un comentario constructivo. Son tareas que todavía están por terminar. Después de una crisis es natural que queden tareas por terminar. Pero a veces, cuando funcionarios del Banco decimos cosas como éstas se nos cae el mundo encima en su país. Por eso la cuestión me preocupa de manera especial.
–Quisiera preguntarle acerca del superávit fiscal y de su recomendación de una política fiscal contracíclica...
–Mejor vamos a dejarlo aquí.
Ya fuera de grabación, Perry dice sentir gran aprecio por Roberto Lavagna, pero aun así resultarle difícil el diálogo por la susceptibilidad de los argentinos, pertenezcan o no al Gobierno. No hace falta demasiada perspicacia para explicarse las razones históricas, y no tanto.