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JUAN JOSE LABORDA IBARRA, DENUNCIANTE DE LOS RODRIGUEZ SAA

“Junto con Menem, fueron los que más se enriquecieron”

Además de la explosiva situación en su provincia, los hermanos Adolfo y Alberto enfrentan una fuerte denuncia por un enriquecimiento ilícito de “por lo menos 500 millones”. El denunciante, un ex diputado del Frepaso, explica cómo se hizo esa “fortuna cinematográfica”.

 Por Eduardo Tagliaferro

Además de estar preocupados por los conflictos con varios sectores de la sociedad puntana, por el riesgo posible de una intervención federal, los Rodríguez Saá también están pendientes de la causa que por presunto enriquecimiento ilícito lleva adelante el juez federal Juan José Galeano. El denunciante es el puntano Juan José Laborda Ibarra, un ex diputado provincial que perteneció al Frepaso. “Los Rodríguez Saá, junto con (Carlos) Menem, son los políticos que más se han enriquecido. En el caso de Menem la fuente de recursos fueron las privatizaciones, en el caso de los Rodríguez Saá fue el sistema de promoción industrial”, dice, en esta entrevista con Página/12, este escribano de 46 años. “Me descalifican diciendo que soy un acérrimo opositor. Yo digo que mis denuncias están basadas en escrituras públicas que dan fe por sí mismas”, sostiene.
–¿Cómo se explica el probable enriquecimiento ilegal de los Rodríguez Saá?
–Cuando en 1983 los hermanos llegan al poder en San Luis, Adolfo como gobernador y Alberto como senador, simultáneamente estaba aterrizando en la provincia un régimen irrepetible en materia de beneficios fiscales y económicos que fue la promoción industrial. El cálculo, mirado retrospectivamente, de consultoras muy importantes y de organismos oficiales, dice que el dinero que el gobierno nacional dejó de percibir supera los 35 mil millones de pesos. Pesos-dólares gracias al uno a uno.
–¿Cómo surgió esa cifra?
–Es el resultado de un trabajo de la consultora Dagnino Pastore, Costa & Asociados, contratados por el Consejo Empresario Mendocino. El 72 por ciento de los proyectos se radicó en San Luis. Esa monumental transferencia de subsidios se conseguía con la firma de un decreto provincial. Esos decretos se vendían. Le doy un ejemplo. En noviembre del 2000, una investigación de Telenoche Investiga, con cámara oculta, mostró cómo el subsecretario de Industria provincial vendía un decreto, que finalmente no se terminó de concretar por las urgencias televisivas, por unos 2.350.000 pesos. Esa cifra por un solo decreto. Le doy otro ejemplo. En el año 1997 se conoció el trascendido de un reunión de gabinete menemista en la que el ministro de Economía, Roque Fernández, preguntó a los que le reclamaban impulsar la reactivación económica: ¿Qué tipo de reactivación quieren? ¿La de la promoción industrial? Luego les dijo: ahí tienen el ejemplo de una provincia que cobró coimas por la promoción de 50 millones de pesos. Por varios medios pudimos saber que estaba hablando de San Luis. La fortuna de los Rodríguez Saá es cinematográfica. Hay cálculos y números que dan vergüenza. Se habla de un piso de 500 millones. Junto con Menem, son los políticos que más se han enriquecido. En el caso de Menem la fuente fueron las privatizaciones, en el caso de los Saá fue la promoción industrial.
–¿Cómo se conoció ese presunto enriquecimiento?
–Esto comenzó en el ’83. A poco de llegar al poder comenzaron a exhibir otro ritmo de vida. Todos recordamos cómo llegaron a la función pública. No solo por una declaración jurada que está agregada a la causa, sino también porque San Luis es chico y nos conocemos todos. Los Rodríguez Saá andaban con un siete en los pantalones.
–¿Provienen de una familia de dinero?
–Estamos hablando de una familia con historia, y secos. El mejor testimonio de la honestidad del Pampa Rodríguez Saá, el abuelo del Adolfo y del Alberto, un viejo caudillo conservador, está en los libros de historia de San Luis. Con su patrimonio financió su actividad política dejando a sus hijos en la calle. El Pampa es de los que ponían sus bienes para hacer política. Sus nietos han hecho exactamente al revés.
–Entonces ¿cómo justifican sus propiedades?
–Ellos dicen que son dos abogados exitosos. Como respuesta a eso le digo que en el juicio figura una solicitud de un crédito al Banco Hipotecario para refaccionar una casa. Allí, el 23 de agosto de 1983, antes de ingresar a la función pública, realizan una declaración jurada patrimonial en la que admiten tener sólo esa casa y dos vehículos usados.
–¿Los bienes de uno y otro hermano se entrelazan?
–La historia que yo pude documentar data de cuando Adolfo era funcionario y Alberto no. Hay muchas transferencias de Adolfo a Alberto para que el rico fuera Alberto y Adolfo el pobre. La sociedad entre los dos hermanos, sociedad que es 50 y 50, no es sólo afectiva, simbiótica, política, sino igualitaria. Hoy quien lleva adelante los negocios familiares es Adolfo. Cuando uno ocupa el principal cargo de la función pública, el otro se hace empresario. Esa fue la matriz original, luego se fue entrelazando.
–¿Cuál fue la reacción de los puntanos?
–Los puntanos saben todo. No pueden decir como en el Proceso: “Yo no sabía que había campos de concentración”. Tal vez los puntanos no sepan de algunos negocios puntuales o no tengan información de a cuánto asciende la fortuna de los Rodríguez Saá. Si usted me preguntara por qué la sociedad ha perdonado tanto yo le diría porque, en paralelo al robo, San Luis tuvo una transformación, que hoy estalló como una pompa de jabón, que era la promoción industrial, y la asimetría fenomenal de los recursos coparticipables. San Luis es una provincia hipersubsidiada.
–¿Y esto es visto como una conquista?
–Por cierto, aparece como un logro. Los Rodríguez Saá todo lo envolvieron con el sanluisismo. Eso fomentó el culto a la personalidad, el crecimiento en obra pública lo presentan como un mérito del Adolfo. La reacción es el famoso “roban pero hacen”. La gente sabía que robaban pero veía que hacían. La pregunta es: era mérito de ellos o de una circunstancia irrepetible.
–¿Cómo cambió el humor social?
–Hasta hace poco, a mi modo de ver, la sociedad de San Luis estaba vencida. Estaba quebrada. El momento más apoteótico o su vulnerabilidad fue la fugaz presidencia del Adolfo. Muchos se cuestionaban la oposición a los Rodríguez Saá y hasta llegaban a pensar que estos estaban predeterminados. El cambio lo demuestra la marcha del jueves pasado de la Multisectorial. Yo me paré en una esquina y la manifestación no terminaba nunca de pasar. A mí me tocó recibir unos cuantos sopapos.
–¿Tuvo problemas personales por su denuncia?
–Ninguno. Mi alta exposición pública debe ser mi mayor protección. Segundo nunca compré teorías conspirativas. Tal vez nuestros cuestionamientos y denuncias nunca los pusieron nerviosos. Eso no impide que me pregunte qué harán cuando se pongan nerviosos. El jueves pasado, cuando se concretó la marcha Multisectorial, vimos una muestra. Fue una jornada de una violencia institucional tremenda. Hubo zonas liberadas, grupos pretorianos con palos. Si usted me pregunta si serían capaces de recurrir al asesinato político, lugar donde terminan las dictaduras latinoamericanas, hoy le diría que no. Pero no sé qué son capaces de hacer cuando se vuelvan locos. No estoy hablando de reprimendas contra mí sino que estoy preocupado por el manejo institucional.
–¿Cómo es ser un opositor de dirigentes que llevan 20 años en el gobierno?
–Yo soy democrático. Me darán urnazos cada tanto, pero seguiré presentándome a elecciones. Se me podrá criticar si convenía o no participar de las elecciones municipales en las que fue elegida María Angélica Torrontegui, pero, como yo le dije al senador nacional Jorge Agúndez en un cruce radial, yo no anduve quemando urnas, ni haciendo fraude electoral, que son delitos electorales. Yo no soy delincuente, peroel senador Agúndez sí lo es, porque anduvo bancando el fraude electoral de (Daniel) Pérsico. Yo no he violado la ley. Los radicales les dieron a los Rodríguez Saá la posibilidad de la reelección indefinida. No me olvido de que el hoy senador Jorge “Pupa” Agúndez firmó con Adolfo el pacto de gobernabilidad. En estos momentos tenemos que estar todos unidos, pero recuerdo que los radicales terminaron funcionando como bomberos de los Rodríguez Saá.
–¿Cómo se define políticamente?
–Yo soy un liberal con acento en la í. Si viviera en España hubiera votado por Zapatero y no por Aznar. Provengo de una familia liberal. Con toda mi experiencia personal me sigo definiendo así. Pero nada que ver con los Alsogaray. Si hubiera estado en la guerra civil española hubiera sido un republicano. Soy un lector de la socialdemocracia europea. Los liberales en la Argentina son chantas, ni siquiera conservadores.

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