ECONOMíA › AHORRISTAS ENCABEZADOS POR NITO ARTAZA INTENTARON OCUPAR TRIBUNALES
Piqueteros ricos que tienen tristeza
Un poco numeroso grupo de ahorristas realizó un piquete en el patio del Palacio de Tribunales y, a pesar de las fuertes medidas de seguridad, logró ingresar a todos los pisos del edificio, encender una efímera fogata, colgar carteles en los balcones del patio interior y obtener repercusión mediática. La suficiente para que el cómico Nito Artaza pudiera reaparecer en su reciclado papel de defensor de la redolarización de depósitos. Insuficiente para lograr el objetivo de ser recibidos por alguno de los jueces del máximo tribunal. El grupo, cada vez más raleado, reaparece en cada ocasión que la Corte Suprema se expide en materias vinculadas a la pesificación.
En verdad, quienes tenían depósitos en dólares y quedaron dentro del corralón no recuperaron dólares. Sí, en cambio, el “1,40 más CER” sobre un monto que ya incluía la capitalización de los increíbles intereses ofrecidos por los bancos para evitar el drenaje. Estas tasas llegaron, cerca del fatídico diciembre de 2001, hasta el 40 por ciento anual. De esta manera, una porción de los sectores medios quedó a mitad de camino de quienes advirtieron a tiempo la jugada y los asalariados sin ahorros que sufrieron de lleno el impacto de la devaluación. Entre los advertidos se encontraron tanto quienes sospecharon de la Ley de Intangibilidad de los Depósitos y las altas tasas, como los grandes capitalistas argentinos, que iniciaron la fuga de divisas tan temprano como en los primeros meses de 2001, según lo reveló la comisión ad hoc del Poder Legislativo.
Así, el 2002 encontró a los enfurecidos “ahorristas”, que por ingenuidad, por codicia o ambas cosas a la vez, quedaron atrapados, codo a codo con los piqueteros. Pero con los meses, los ahorristas fueron recuperando sus depósitos a un valor que superó ampliamente la evolución de la inflación, esto es, con un poder adquisitivo mayor al originalmente depositado. Los piqueteros, en cambio, continuaron siendo mayoritariamente excluidos. “Piquete y cacerola, la lucha es una sola”, se volvió rápidamente una consigna démodé.
Junto con sus ahorros, estos sectores de la clase media recuperaron lo que algunos politólogos siempre les negaron, su conciencia de clase y, con ella, su creciente desagrado por piquetes y piqueteros. Ni siquiera fue consecuente con uno de sus efímeros líderes, el capocómico Nito Artaza, quien invitado a la contienda electoral por una oportunista UCR se mostró incapaz de capitalizar en las urnas tantos desvelos.
Ayer, antes que despertar el antiguo fervor de multitudes, su fantasmagórica presencia en el Palacio de Tribunales resultó solamente extemporánea. Los menos de 200 manifestantes que lo acompañaron e intentaron sin éxito copar el cuarto piso, el ocupado por la Corte Suprema, eran inferiores en número a los policías convocados para contenerlos. Al mejor estilo piquete, las fuerzas del orden establecieron fuertes vallados tanto en el exterior como en el interior del edificio. Preparados para la batalla, a ello sumaron cascos y escudos, como para intimidar a los más agresivos.
Tantos aprestos, sin embargo, no tuvieron la efectividad esperada. Más ruidosos que numerosos, y a pesar de la presencia de policías en todos los pisos, los manifestantes que clamaban por sus dólares y su descreimiento en “la Justicia”, lograron meterse en todos los pisos, especialmente en los balcones internos del quinto, desde donde arrojaron papelitos y colgaron carteles. Y si bien consiguieron la esperada repercusión en los medios de comunicación, no lograron el objetivo de ser recibidos por ninguno de los jueces del superior tribunal. La atención burocrática quedó a cargo de uno de los secretarios, Claudio Serra.
Previsiblemente, Artaza dijo sentirse “disconforme” con la explicación recibida del funcionario en relación al rechazo del amparo presentado por un ahorrista. Antes de ingresar a Tribunales, Artaza había anunciado que iniciaría un “juicio político a los ministros de la Corte Suprema de Justicia” por “mal desempeño” en sus funciones y por considerar que “están en connivencia con el Poder Ejecutivo Nacional”. De paso, calificó alpresidente Néstor Kirchner de “pobre hombre” que “carece de la capacidad intelectual” necesaria para comprender que fallos como el de ayer “matan el ahorro interno”.