ECONOMíA › SUBEN LAS RETENCIONES AL
PETROLEO BUSCANDO QUE NO AUMENTEN LAS NAFTAS
Que la mancha de crudo no llegue al surtidor
El esquema de retenciones móviles a las exportaciones de crudo gravará a las petroleras mucho más fuerte de lo que se esperaba. La tasa del impuesto llega al 45 por ciento cuando el precio del barril supere los 45 dólares.
Por Raúl Dellatorre
El esquema finalmente adoptado por el Gobierno para incrementar las retenciones a las exportaciones de crudo resultó más duro para las petroleras de lo esperado. Las retenciones móviles serán superiores al 25 por ciento cuando el precio del barril (tomando como referencia el tipo WTI en Nueva York) esté por encima de los 32 dólares. En el primer rango (hasta 35 dólares), la retención será del 28 por ciento, mientras que en el rango superior (cuando el barril cotice por encima de 45 dólares) la retención alcanzará al 45 por ciento. Los ocho dólares de retención con el crudo a 32 supone dejar un valor neto teórico al productor de 24 dólares; con el barril a 45, el valor remanente sería de 24,75 dólares. Es decir que el esquema les fija a los productores un valor de referencia en torno a los 24 o 25 dólares por barril, al que se esperaría que aquellos les vendan el hidrocarburo a las refinerías. ¿Habrá acuerdo con las empresas para que así ocurra? “No se está hablando nada sobre eso”, respondió ayer Cristian Folgar, subsecretario de Combustibles, ante la consulta de Página/12.
Roberto Lavagna justificó la decisión de incrementar las retenciones en la necesidad de beneficiar a la población en general con parte de las ganancias casi excepcionales que las petroleras obtienen por el aumento del precio internacional. “Cuando hay subas excepcionales de precios en el mercado internacional, como es ahora el caso del petróleo, muchos países captan esos beneficios excepcionales a través de sus empresas del Estado, como ocurre con el cobre en Chile o el del petróleo en casi todos los países (productores) del mundo”, explicó en tono académico durante la conferencia de prensa que brindó cerca del mediodía, después de una reunión con Néstor Kirchner en la que quedó definido el esquema de tributación de los exportadores de crudo.
Otro había sido el tono con el que el ministro abandonó el despacho presidencial el martes por la noche, cuando estaba previsto que se hiciera el anuncio sobre las retenciones adicionales y que, sorpresivamente, se postergó hasta ayer. En esa visita, Lavagna había descargado sobre Kirchner toda su bronca por la forma en que su par de gabinete, Julio De Vido, manejó la difusión del tema. En horas del mediodía de ese mismo martes, el titular de Planificación reunió a los periodistas acreditados ante el Palacio de Hacienda –en el que también De Vido tiene su despacho– para adelantarles que “la decisión política (de subir las retenciones) ya está tomada” y que, a partir de ese momento, le correspondía a Economía implementarla técnicamente. Ese quite de protagonismo irritó a Lavagna. Con buen tino, el Presidente consideró esa misma noche, luego de recibirlo en su despacho, que el jefe de Economía no estaba en su mejor ánimo para hacer el anuncio, y decidió postergarlo. Media hora después recibía a De Vido, para repasar lo sucedido y bajarle el tono a la insinuada disputa. Ayer, ya pasadas casi 24 horas de aquellos incidentes y tras una nueva reunión con el Presidente, Lavagna presentó en público el nuevo esquema de retenciones, con varios cambios con respecto a los trascendidos previos, pero todos apuntando a subir las retenciones más de lo que se esperaba. Sin salirse del mismo tono académico con el que había explicado la excepcionalidad de estos beneficios para las empresas, aludió al proceso de privatizaciones que dejó casi sin instrumentos de política económica al Estado. “Argentina, por decisiones tomadas en años pasados, no tiene una empresa del Estado que le permita captar una parte de estos beneficios extraordinarios sobre recursos no renovables; en consecuencia, hay que desarrollar instrumentos especiales, que en este caso es la retención.” El propósito, reiteró, es que “de este modo la sociedad argentina capte por vía impositiva parte de estos beneficios”.
El precio internacional había superado ayer durante la jornada los 44 dólares por barril, pero descendió al cierre por debajo de los 43 dólares. “Estos precios no tienen nada que ver con los costos de producción locales”, advirtió Lavagna. De tal forma, se cubrió de las previsibles críticas de las petroleras por “bajarle”, en la práctica, el valor de referencia.
La resolución 532 del Ministerio de Economía establece el siguiente esquema móvil de retenciones a la exportación de crudo, según la cotización del barril del tipo WTI en el mercado de Nueva York de cada día:
- Hasta 32 dólares, la retención se mantiene en el 25 por ciento;
- De 32 a 34,99, será del 28 por ciento;
- De 35 a 36,99, del 31 por ciento;
- De 37 a 38,99, del 34 por ciento;
- De 39 a 40,99, del 37 por ciento;
- De 41 a 42,99, del 40 por ciento;
- De 43 a 44,99, del 43 por ciento;
- A 45 dólares o más, retención del 45 por ciento.
El precio teórico (ya que no necesariamente el exportador coloca el crudo al valor de Nueva York) que retendría el productor cuando exporta se ubicaría así entre 24 y 25 dólares. Como este valor es inferior al valor acordado entre productores y refinadores durante el período de congelamiento de los combustibles, de enero 2003 hasta abril de este año, algunos suponen que ahora la nafta debería bajar de precio. Sin embargo, la estructura oligopólica del sector induce a dudar de que se verifique tal suposición. Tampoco es seguro que los productores vayan a trasladar esa “rebaja” a los refinadores, ya que para éstos importar saldría mucho más caro. Por ahora, el Gobierno se conforma con que las naftas no sigan subiendo. Y las petroleras, con su silencio, sugieren que responderán a través del mercado.