ECONOMíA › LA UNION EUROPEA Y EL FONDO SE UNIERON AL CORO DE PRESIONES A LA ARGENTINA

Como siempre, todos quieren a los bonistas

Para no ser menos que el Grupo de los Siete, que pidió el viernes que se salga del default, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional solicitaron ayer que el país “normalice” los pagos. La exigencia es definir el canje de bonos y cumplir con las condiciones para que se complete la tercera revisión del acuerdo.

Llegado su turno, la Unión Europea y el Fondo Monetario no quisieron ser menos que el G-7 en las presiones al gobierno argentino para que concluya sus negociaciones por la deuda con los acreedores privados. Tal como lo hizo el viernes el grupo de los siete países más ricos durante la apertura de la Asamblea Anual conjunta del FMI y el Banco Mundial en Washington, el Fondo y la UE expresaron ayer sus deseos de que la Argentina apure una definición al canje de bonos y cumpla con las acciones necesarias para completarse la tercera revisión del acuerdo con el organismo de crédito internacional.
“En la Argentina será crítico avanzar con reformas estructurales para apoyar la recuperación y concluir un acuerdo con los acreedores sobre la reestructuración de la deuda pública”, señaló el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, en el discurso que ofreció ante el Comité Financiero y Monetario Internacional del organismo (CMFI).
Minutos después, en rueda de prensa, el funcionario aseguró que si el gobierno argentino avanza en esa dirección, “cumplirá con los compromisos que estableció en su carta de intención con el Fondo en marzo pasado, y si eso se hace con una reestructuración de deuda amplia y sostenible, por supuesto permitirá a la Argentina volver a tener una situación normal en los mercados financieros”.
En sus conclusiones finales, el CMFI –que está integrado por 24 miembros rotativos que surgen de los 184 países que componen el Fondo y es el encargado de definir las políticas que luego implementará el organismo de crédito– coincidió con las palabras de Rato, y con la línea trazada el día anterior por el G-7. “Esperamos una conclusión expedita del proceso” de negociación, expresó a través de un comunicado ese cuerpo, que está comandado por el ministro de Finanzas británico, Gordon Brown. “El Comité –señalaba el texto– saluda las recientes mejoras producidas en la posición fiscal argentina desde 2002 y apoya que el país dirija decisivamente todas las cuestiones estructurales destacadas en su programa, complete una abarcativa y sustentable reestructuración de su deuda y asegure un marco fiscal de mediano plazo sustentable.”
En la reunión del CMFI en la que se plasmaron estas definiciones estuvo presente el ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien compartió el auditorio con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, John Snow, y sus pares de Japón, Sadakazu Tanigaki, y de Alemania, Hans Eichel.
Las presiones desde la Unión Europea llegaron en boca de Gerrit Zalm, el ministro de Economía de Holanda, país que ocupa la presidencia de la UE durante el último semestre del año. “Damos la bienvenida a la fuerte recuperación macroeconómica de la Argentina”, dijo Zalm. Pero el tono comprensivo de sus palabras se evaporó rápidamente. “Urgimos a las autoridades argentinas –agregó inmediatamente ante un salón repleto– utilizar esta oportunidad para aumentar sus esfuerzos a fin de lograr pronto un acuerdo con los acreedores privados.”
“Argentina está en una buena posición para honrar de manera completa y a tiempo sus obligaciones actuales con el FMI”, señaló el funcionario holandés, y en nombre del bloque europeo recomendó a la administración de Néstor Kirchner “implementar tan pronto como sea posible las acciones previas requeridas para la concreción de la tercera revisión del programa con el Fondo”.
El tono de las definiciones dedicadas a la Argentina en el segundo día de la cumbre fue el mismo que el de la jornada inaugural. El viernes, en la apertura del encuentro, el G-7 había instado al gobierno de Kirchner a acelerar los tiempos en la negociación con los acreedores externos. El grupo de los países más poderosos pidió “implementar lo más pronto posible las acciones requeridas para completar la tercera revisión (del acuerdo en stand-by), cumpliendo completamente y a tiempo con sus obligaciones”.
La dureza de ese mensaje cayó como un baldazo de agua fría sobre las cabezas de la delegación argentina en Washington encabezada por el ministro de Economía, Roberto Lavagna, en las horas en las que el gobierno encara la presentación formal de la propuesta de canje con los bonistas privados. Según informaron desde el Palacio de Hacienda, la Argentina dará a conocer en los próximos 10 días ante la Securites Exchange Commission (SEC) el prospecto de la reestructuración de la deuda.
Aunque las expresiones que se escucharon ayer sobre el caso argentino no fueron precisamente benévolas, destacaron el proceso de recuperación económica de los últimos dos años. Y pese al tono duro de las palabras de Rato, de las autoridades del CMFI y de los representantes de la UE, las referencias a la necesidad de que la Argentina resuelva su situación con los acreedores externos se inscribieron en el marco de una agenda de temas variados. Además de la situación argentina, ayer el CMFI analizó la salud de la economía mundial en general y varios párrafos fueron dedicados a las cotizaciones internacionales del petróleo.
Esta diferencia de matices entre las declaraciones emanadas por el Fondo y la UE y las del G-7 fue destacada por el vocero del Ministerio de Economía, quien aseguró a la agencia Télam, “que se reconocieron los esfuerzos que el país viene haciendo para la reestructuración”.
Lavagna, por su parte, optó por mantener su perfil bajo, sin contactos con la prensa. “No vale la pena internarse en debates que implican responder a presiones en búsqueda de una mejora en la oferta para los acreedores, que no resultaría sustentable”, habían asegurado hombres cercanos a Lavagna ante las expresiones del G-7. El silencio oficial frente a esta nueva embestida del Fondo y el aporte del bloque europeo, fue una corroboración de esta estrategia.

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Trío: Kruger y Rato, del Fondo Monetario, y Gordon Brown, ministro de Finanzas británico.
 
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