ECONOMíA
El caso de un Estado que negocia a cara de perro con el grupo Techint
Hugo Chávez le reclamó a la multinacional de la familia Rocca que pagara más por la materia prima. En caso contrario, recompraría la privatizada Sidor. Techint aceptó abonar un precio más alto.
Por Claudio Scaletta
Desde Caracas
La advertencia del presidente venezolano, Hugo Chávez, a la principal acerera venezolana, Sidor, controlada por el grupo argentino Techint, motivó la intervención directa de Paolo Rocca, presidente del grupo, quien viajó a Venezuela para resolver el conflicto suscitado por los precios de la materia prima, conflicto que tuvo su caja de resonancia en el Congreso Latinoamericano de Siderurgia, que finaliza hoy en esta ciudad. Rocca dio instrucciones para que se renegociara el contrato de provisión con un precio más alto, lo que dejó claro que, frente a los grandes cambios de contexto, los contratos no son sagrados.
En una reunión con periodistas argentinos, Daniel Novegil, presidente ejecutivo de Ternium, la nueva empresa internacional de Techint, que reune a Siderar, Sidor y la mexicana Hylsa, confió en que se alcanzará pronto un acuerdo con el gobierno venezolano, con quien, aseguró, el grupo mantiene excelentes relaciones.
Los problemas comenzaron cuando Hugo Chávez estableció un plazo perentorio de 7 días para que Sidor y la estatal Ferrominera del Orinoco acuerden un nuevo precio por el suministro del mineral de hierro. En su defecto, el nuevo precio se establecería por decreto. En el hipotético caso de que Sidor no aceptara el decreto, Chávez se ofreció a comprar el 60 por ciento que Techint posee de Sidor a través del Consorcio Amazonia. La reacción de Chávez se produjo luego de que el 24 de octubre pasado, Sidor fuera la gran ausente en la firma de los contratos provisorios entre las empresas y el gobierno para la provisión del mineral de hierro. La ausencia se hizo notar, ya que Sidor es la principal acerera de Venezuela.
La cuestión con el precio de la materia prima son los mismos que provocan el boom de la industria siderúrgica latinoamericana y mundial: los precios crecientes inducidos por la demanda china. En el caso del mineral de hierro, las subas fueron del 90 por ciento en los últimos dos años, con lo que los valores de suministro fijados por contrato al momento de la privatización de Sidor en 1997 quedaran desfasados. Desde un principio, el grupo Techint se aferró a los valores de los contratos, intransigencia que fue dejada de lado el pasado viernes, cuando después de un encuentro de máximo nivel, Rocca dio instrucciones para aceptar la renegociación de precios. La decisión de las partes fue crear una mesa de diálogo que se reunirá hoy y que debería llegar a un acuerdo en el término de una semana.
Luego de participar del panel de apertura del 46º Congreso Latinoamericano del Hierro y el Acero, Ilafa, el ministro de Industrias Básicas y Minería, Víctor Alvarez, sostuvo que el precio pagado por Sidor a Ferrominera del Orinoco era un 44 por ciento del internacional. “Los decretos de suministro de materias primas nos autorizan a vender el mineral hasta un 10 por ciento menos. En este momento la rigidez de la fórmula que se aplicó (cuando se privatizó Sidor) está provocando un daño que en nuestros cálculos está en el orden de los 250 millones de dólares anuales. Tenemos la obligación moral de reivindicar un precio justo”, consideró.
Novegil rechazó los números de Alvarez y aseguró que la pérdida de Ferrominera podría alcanzar a lo sumo 40 millones de dólares, cifra que comparó con los 133 millones que se habrían pagado de más entre 1998 y 2003, cuando el precio interno era superior al de exportación.
Cualquiera sea el caso, el contrato de suministro por 20 años que entró en vigencia en enero de 1998 será dejado de lado, con lo que Chávez consiguió el objetivo que se propuso en la negociación. “¡Parece que a Chávez le funcionó el estilo K de salir a negociar con los tapones de punta para después arreglar!”, dijo a este diario un importante empresario siderúrgico que prefirió mantener el anonimato. Lo que parece claro es que, frente a los cambios de escenario, la soberanía de los Estados puede ser un instrumento poderoso para controlar mercados que, por su propia naturaleza, son oligopólicos.