Jueves, 26 de enero de 2006 | Hoy
ECONOMíA › SE AGOTA EL PLAZO Y NO HAY ACUERDO CON BRASIL
La voluntad política expresada por Néstor Kirchner y Lula da Silva para resolver las diferencias comerciales entre la Argentina y Brasil no logra plasmarse en un acuerdo. Mañana hay una reunión clave de los negociadores de ambos países en Río de Janeiro para intentar alcanzar un entendimiento. Hasta el momento, las perspectivas son poco alentadoras, al menos para cumplir con el objetivo original, que era firmar la Cláusula de Adaptación Competitiva (CAC) el próximo martes 31. Ese convenio permitiría frenar las importaciones desde el país vecino cuando algún sector industrial se vea afectado por ellas. Los empresarios textiles argentinos, que están pendientes de la creación del instrumento, redoblaron ayer la presión en su favor.
Lo único que permitiría destrabar las negociaciones sería una orden directa de Kirchner o Lula a sus equipos técnicos para que cedan en los puntos conflictivos. Del lado argentino, parece poco probable. Antes que firmar algo que no tenga efectos prácticos, la opción sería dejar planteado el conflicto. Los empresarios coinciden con esa postura. “Después de haber esperado por más de dos años, no tendría sentido cerrar cualquier cosa con tal de salvar las apariencias”, dijeron desde una de las cámaras industriales que más trajinan para la aparición de la CAC.
Ese instrumento busca proteger a los sectores fabriles que sufren daños por las importaciones del socio mayor del Mercosur. Aunque la CAC sería de doble vía, ningún empresario brasileño está pidiendo su implementación debido a que el flujo de comercio les favorece. Roberto Lavagna fue quien ideó el esquema regulador, que consiste en habilitar al país afectado a tomar medidas restrictivas contra las importaciones. El gobierno de Lula ignoró la iniciativa por más de dos años, pero finalmente aceptó ponerla en marcha. Desde ese momento pasaron dos meses de intensas negociaciones sin que se haya logrado definir la letra chica del convenio.
El secretario de Industria, Miguel Peirano, encabezará la delegación que tendrá una nueva reunión mañana en Río de Janeiro. El cronograma indica que el próximo martes habrá un último encuentro en Buenos Aires. En esa oportunidad debería suscribirse el acuerdo, aunque pocos arriesgan que eso pueda ocurrir. Los empresarios argentinos y brasileños, mientras tanto, hacen fuerza para influir sobre los gobiernos.
La Fundación ProTejer, que reúne a industriales textiles argentinos, advirtió que en once meses de 2005 se registró un saldo negativo en el intercambio comercial del sector de 285 millones de dólares. “Las ventas de Brasil triplicaron las de Argentina, ya que las exportaciones alcanzaron a 142 millones de dólares y las importaciones fueron por 427 millones de dólares”, precisó un informe de esa entidad.
Su presidente, Aldo Karagozian, aseguró que “los perjuicios comerciales llegan a niveles alarmantes” en algunos eslabones de la cadena, como en el caso de las confecciones de artículos textiles para el hogar (blanquería, colchas, toldos, carpas), segmento en el que por cada dólar que exporta Argentina, Brasil le vende casi 24 veces más. El dirigente destacó el caso de las toallas, “donde la importación brasileña acaparó el 60 por ciento del mercado nacional después de haber arrasado con las fábricas locales”.
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