Sábado, 23 de septiembre de 2006 | Hoy
ECONOMíA › REFINADORES RECUPERAN GANANCIAS VENDIENDO PRODUCTOS MAS CAROS
El paulatino corrimiento del mercado hacia los combustibles premium, como forma de recuperar rentabilidad, quedó de golpe en evidencia con el lanzamiento por Shell de un gasoil mejorado. Problemas de abastecimiento y la actitud de cada empresa.
Por Raúl Dellatorre
Un día después de que la petrolera Shell anticipara el lanzamiento de un nuevo tipo de gasoil que reemplazará parte de su actual oferta, pero a un precio superior, la competencia se vio obligada a aclarar que no la acompañaría con una suba en los precios de surtidor. Repsol YPF y Petrobras lo manifestaron de forma explícita. Esso lo sugirió pero con rodeos. También se diferenciaron de la firma angloholandesa en cuanto a la actitud de importar gasoil para abastecer al mercado interno. Mientras Shell aseguró que no lo haría, “porque nuestros clientes no lo demandan”, las tres petroleras que se pronunciaron ayer asumieron la operación como un “compromiso” para asegurar el abastecimiento. Con un mercado en expansión y la paulatina sustitución de los combustibles básicos por otros más sofisticados (la nafta común empezará a dejar de venderse en algunas estaciones de servicio de Capital Federal), el negocio empieza a cerrarles a todos y en un escalón más elevado de rentabilidad.
Repsol YPF y Petrobras son empresas integradas. Es decir, que además de refinar y comercializar combustibles producen petróleo. También extraen –-y lo venden a otros refinadores– empresas como Pan American, Texaco y Total, entre otras. Con la suba del crudo a nivel mundial, estas empresas elevaron los precios de venta al mercado interno, en pesos, entre un 11 (los más livianos) y un 29 por ciento (los más pesados) en los últimos doce meses, según datos aportados por Shell. Como además exportan, estos últimos son para las productoras de petróleo años de vacas gordas.
Para las empresas integradas, vender el combustible sin aumento significa un sacrificio únicamente para una unidad de negocio de la firma (el downstream, que es la refinación y comercialización), pero en beneficio de otra unidad de negocio de la misma firma (el upstream, que es la extracción y venta de crudo). Esso y Shell, que sólo refinan y comercializan combustibles, denuncian que venden al mercado interno a pérdida, pero dicen que recuperan parcialmente ese desequilibrio con la exportación de gasoil a países limítrofes.
Los precios de los combustibles en el mercado interno son, formalmente, libres, pero permanecen estables por “sugerencia” del Gobierno. “No hay un acuerdo escrito, pero sí existe consenso en cuanto a no realizar correcciones (de precios) porque son innecesarias”, expuso ayer, de manera diplomática pero esclareciendo poco, Alberto Guimaraes, titular de Petrobras Argentina. Pero sin “correcciones”, todas las petroleras lograron ir corriendo el mercado hacia los productos sofisticados (naftas premium), más caros, en detrimento de los más económicos. Las naftas comunes tienen poca salida en los surtidores porteños y algunas estaciones de servicio ya ni expenden. Es una forma de aumento del litro promedio vendido sin “correcciones explícitas”.
Es el mismo criterio, aunque sin gradualismo, que aplicó en esta ocasión Shell, al anunciar que su oferta global de gasoil al mercado interno permanecerá inalterada (“nuestra refinería trabaja al límite”, aseguran), pero ahora una parte estará compuesta por el novel V-Power Diésel, 10 por ciento más caro que Pura Diésel (o Shell Diésel, como se llamará desde ahora). Pero explicitando su objetivo: “Estamos recomponiendo la rentabilidad perdida”, dijo Juan José Aranguren, presidente de Shell.
A esta mejora en el precio promedio que reciben, las empresas refinadoras ya le pueden computar un dato adicional a su favor: después de muchos años de retroceso, la demanda está aumentando. Es decir, que venden más cantidad. Y en las últimas semanas, las no integradas empiezan a recoger otro beneficio en sus cuentas: el precio del crudo mundial (base del valor local) viene retrocediendo con una velocidad inesperada.
Quizás importar gasoil no sea buen negocio, ni siquiera exento de impuestos. Pero es una forma de mantener la porción de mercado, además de preservar las buenas relaciones en el ámbito local: transportistas, productores agrarios y gobierno incluidos.
En este aspecto, es evidente que no todos tienen los mismos objetivos ni compromisos. El Gobierno reclamó a las petroleras que importaran gasoil para asegurar el abastecimiento interno que, si bien no está dramáticamente comprometido, atraviesa por un innegable cuello de botella. Esso respondió que tiene en viaje 33 mil metros cúbicos, que estarán disponibles en el mercado a principios de octubre. Repsol YPF aseguró que duplicará los volúmenes importados el año pasado. Petrobras también completará el abastecimiento con gasoil importado. Shell, en cambio, se paró firme en la postura de no importar. “Nuestro cliente no lo demanda”, aseguró Aranguren, aclarando que su mercado es mayoritariamente el automovilista de los grandes centros urbanos.
No por nada, este año Shell viene perdiendo medio punto de participación en el mercado de gasoil –sobre lo que ya había cedido el año pasado–, Petrobras casi un punto, mientras que Esso creció medio punto y Repsol YPF, casi un punto (llegó al 56,6 por ciento de las ventas entre enero y julio). Mientras en las áreas rurales persisten las quejas por la insuficiencia del combustible, el Gobierno sigue reclamando soluciones al sector privado, con eco dispar.
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