Sábado, 23 de septiembre de 2006 | Hoy
DEPORTES › EL EX NUMERO UNO SUFRIO ANTE LA PRESION DEL PUBLICO
Hewitt estuvo muy contenido en sus festejos, aunque igual fue silbado y recibió abucheos de la multitud que colmó el flamante estadio de Parque Roca. Su clásico grito de “come on” recién llegó en el tercer set.
Por Adrián De Benedictis
Uno de los puntos de mayor atracción en la primera jornada de la serie de Copa Davis era, sin duda, la presencia del ex número uno del mundo, el australiano Lleyton Hewitt. A partir de los “duelos” personales que tuvo con los jugadores argentinos, por su particular estilo de juego donde suele gritar con vehemencia sus tiros ganadores, el oceánico se fue ganando el rechazo del público local en los últimos años. De todas maneras, el tenista eligió ayer mantenerse sereno durante su encuentro, sin provocar a José Acasuso. Pero a medida que el juego llegaba a su definición, la gente comenzó a demostrarle a Hewitt el poco afecto que le tiene.
Las primeras intervenciones del australiano fueron reprobadas con silbidos y abucheos de parte de la gente. Recién cuando se desarrollaba el tercer set, Hewitt exclamó su clásico “come on” (vamos) al quebrar el servicio del misionero en el quinto game.
La reacción de Acasuso en el cuarto set también estuvo acompañada por el entusiasmo de los hinchas, que encabezados por Diego Maradona (ver aparte), le dieron un tono futbolero al Parque Roca. En ese instante apareció por primera vez el “a estos p... les tenemos que ganar”, e inmediatamente el clásico “vamos, vamos, Argentina...”. Un momento de explosión se vivió cuando Hewitt reclamó el pique de una pelota que le habían dado buena al misionero. Y cuando el umpire bajó de su silla para verificar la marca, finalmente cambió el fallo y le dio el punto al australiano. Rápidamente, la gente entonó: “El que no salta es un canguro”. En ese momento, el nuevo estadio comenzó a vibrar, y la estructura de cemento era lo más parecido a una cancha de fútbol.
A partir de la remontada de Acasuso en el cuarto parcial, en el set decisivo cada punto del argentino era seguido por un ruidoso festejo. Ni siquiera las primeras gotas que comenzaron a caer en Villa Soldati pudieron contener la euforia de la gente.
La “relación” entre los argentinos y Hewitt continuará hoy antes del partido de doble y seguramente el saludo final marcará una despedida no muy agradable.
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