Con la convicción desde el Gobierno de que Argentina está liderando el trabajo de los países subdesarrollados en el ámbito de la Organización Mundial de Comercio, Cancillería espera ansiosa el resultado de una reunión que se realizará hacia finales de julio entre Brasil e India, como representantes de las naciones menos aventajadas, con Estados Unidos y la Unión Europea. Lo que está en juego es definir cuánto se van a recortar los aranceles con los que localmente se protege a industrias definidas como “sensibles”, textil, calzado, automotriz y línea blanca, entre otras.

A ojos del Palacio San Martín, no se trata de una partida fácil. Según expuso ayer ante un núcleo de periodistas el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Cancillería, Alfredo Chiaradía, las naciones desarrolladas formularon una propuesta “desequilibrada e inaceptable” en términos de desmantelamiento arancelario. Una coincidencia sobre la magnitud de ese recorte es lo que permitiría celebrar un acuerdo en el renglón de Acceso a Mercados, según la división de rubros que enmarca la discusión técnica dentro de la OMC.

Las naciones ricas (básicamente representadas por EE.UU. y Europa) propusieron una reducción de impuestos sobre importaciones industriales que implicaría para los miembros más pobres rebajar casi un 70 por ciento esa protección. A través del Nama11, un núcleo de naciones que integra Argentina, acaba de plantear por escrito en Ginebra una fórmula diferente que bajaría esa poda al 44,5 por ciento.

Esa propuesta, que será expuesta en la reunión del mes próximo por Brasil e India, tiene el aval de China, a pesar de que este país es uno de los principales interesados en que se relajen las fronteras a los productos industriales. Otra cuestión notoria es que en el bando de los subdesarrollados, no todos tienen intereses coincidentes. Chile, Perú, México, Colombia, Costa Rica o Malasia están entre los que también aspiran a que países como Argentina sean más receptivos a la oferta de bienes con valor agregado.