ECONOMíA › DIFERENCIAS ENTRE PEIRANO Y MORENO PODRIAN DEJAR AL PRIMERO FUERA DEL PROXIMO GOBIERNO

Ministro para cuatro semanas y un futuro incierto

Los despidos en el Indec fueron el detonante. Pero las diferencias entre el ministro y su secretario de Comercio fueron constantes a lo largo de los tres meses pasados. Las señales a favor de la continuidad de Guillermo Moreno llevaron a Peirano a expresar su intención de dejar el cargo el 10 de diciembre. Cristina adelantaría el gabinete para evitar maniobras.

Como si se tratara de varias partidas simultáneas jugadas en planos superpuestos, la suerte de Miguel Peirano como ministro de Economía acompañando la gestión de Cristina Kirchner parecía disputarse en distintos terrenos al mismo tiempo. Las diferencias entre el titular del Palacio de Hacienda y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, un subordinado que no se le subordina, parecían estar a la sombra de una confrontación mayor entre Alberto Fernández y Julio De Vido en la futura administración. Todo ello, en el marco de la expectativa que genera la composición del futuro gabinete, cuyo anuncio se adelantaría a la semana próxima justamente para darle corte a estas maniobras especulativas. Precisamente, la sorpresiva difusión pública que tuvo el disgusto que Peirano le habría expresado al presidente Néstor Kirchner pareció tener la intención de probarle un desgaste a alguno de los personajes de estas historias cruzadas. Al margen de dichas intenciones, el ministro de Economía intentó explicar que su campo de acción se había estrechado hasta lo inmanejable y que así le resultaría difícil seguir más allá del 10 de diciembre. Peirano podría así estar transitando por las últimas cuatro semanas de su gestión.

El reciente despido de trece empleados del Indec fue el último eslabón de una cadena de desencuentros entre decisiones que ejecuta Guillermo Moreno y las propuestas de solución emanadas desde el despacho de Peirano. El propio ministro había negociado y firmado, junto al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, un acta-acuerdo con la CTA y la conducción gremial de los afiliados a ATE del Indec un mes atrás para buscar una salida consensuada al conflicto. Dicho acuerdo contemplaba la estabilidad del personal hasta concluido el período de negociaciones. Pero Moreno lo desconoció. El ministro de Economía terminó absorbiendo dentro de su área a los desplazados del Indec.

Previo a eso, el tema de los índices de precios le había provocado más de un disgusto al ministro. No sólo porque debió explicar ante empresarios y la opinión pública mediciones difícilmente digeribles, sino porque además se encontró, inesperadamente, con que el secretario de Comercio estaba trabajando en un nuevo índice, alejado de las recomendaciones técnicas que hasta ahí parecían incuestionables. El nuevo índice en el que trabajan los funcionarios afines a Moreno en el Indec no respeta la canasta de consumos que surgen de la Encuesta de Hogares tomada en 2005/06, que supuestamente debía actualizar la que tiene como base los consumos de la década anterior. Por el contrario, la idea que impulsan Beatriz Paglieri y otros allegados a Moreno es un nuevo índice que le reste ponderación a los servicios, que por estar relativamente atrasados deberían tener una recuperación en años inmediatos, suponen. Además, proponen reducir la cantidad de bocas de venta en el relevamiento, de modo que adquieran más relevancia los supermercados, con los que se cree que será más fácil negociar listas de precios. Práctica, por otra parte, que ya demostró su fracaso reiteradamente.

El malestar que habrían provocado en Economía estas propuestas, cuyo efecto sería el de viciar las mediciones, se suma a la interpretación de que, en definitiva, sería una señal de continuidad en la política de precios orientada desde Comercio Interior. En el entorno de Peirano saben, sin embargo, que no es eso lo que piensa Kirchner, que sigue creyendo en la efectividad de Guillermo Moreno y en los acuerdos de precios, como instrumentos de contención de la inflación.

Peirano habría manifestado su desencanto ante el Presidente, la semana pasada, antes que éste partiera hacia Chile. En rigor, lo que habría expresado el ministro es la incomodidad de su posición, particularmente frente al sector empresario y los sectores industriales, muchos de los cuales se sintieron maltratados por el secretario de Comercio en más de una reunión en las que se discutía sobre precios o abastecimiento. Son los mismos sectores con los que Peirano comparte criterios sobre la defensa de la producción nacional, ahora desde el gobierno y antes desde organizaciones gremiales empresarias.

Desacreditado ante las entidades empresarias, pero también ante organizaciones sindicales tras el último episodio en el Indec, el ministro de Economía concluyó que su convivencia con el secretario de Comercio, un subordinado que no le responde, se tornaba insostenible. “Una cosa es convivir con esta realidad por tres meses y otra encarar un período de cuatro años”, habría referido Peirano. A partir del 10 de diciembre, el actual ministro ofreció su total disposición para lo que el proyecto del kirchnerismo le demandara, pero no ya en su actual cargo.

Kirchner le pidió que desistiera de tal posición, pero advirtiéndole que no se resignaría a perder a Moreno. Peirano insistió en que el desgaste sufrido era determinante. Así habían quedado las cosas, hasta que tomaron estado público durante el fin de semana, por una filtración que algunas fuentes atribuyen a la Jefatura de Gabinete. Al menos, es lo que interpretaron en el círculo más íntimo del Presidente y su sucesora, que encomendaron a Carlos Zannini, el secretario legal y técnico de Presidencia y hombre clave en el armado kirchnerista, insistir en convencer a Peirano para que no le ponga plazo fijo a su gestión.

Anoche, todo parecía inútil. El ministro cumplió su tarea, atendió problemas familiares –de salud de su madre– y volvió a su casa con la seguridad de que sólo está completando una transición, a la que le queda menos de un mes.

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El presidente Néstor Kirchner y el ministro Miguel Peirano. Disgusto por los manejos del personal en el Indec y la medición de precios.
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