En medio de fuertes versiones de un inminente alejamiento, en el equipo económico aseguran que la intención es quedarse trabajando en el ministerio. En diálogo con Página/12, un miembro del staff del ministro admite que eso sería posible en caso de tener control pleno sobre el Indec y sobre la estrategia de precios. La fuente, no obstante, aseguró que la filtración periodística del malestar con Guillermo Moreno fue producto de una interna política y no de una “operación” que haya partido desde el propio Palacio de Hacienda. Y están a la espera de una señal pública de Néstor Kirchner.

Ayer, Miguel Peirano llegó a su despacho a las seis y media de la tarde, luego de que le practicaran una intervención quirúrgica a su madre. La versión que brindan colaboradores del ministro es que el enojo con Moreno fue creciendo durante las últimas semanas, y que se potenció tras la cesantía de 13 técnicos que trabajaban en el Indec. En ese momento, Economía y la Jefatura de Gabinete coincidieron en el “malestar” contra el secretario de Comercio y se forzó la reincorporación de los desplazados. La reubicación de los funcionarios en áreas del Palacio de Hacienda, pero no en el Indec, agravó la tensión. Cerca del ministro aseguran que hubo quienes, dentro del propio gobierno, aprovecharon la situación y filtraron la información a los medios. La mirada apunta hacia la Jefatura de Gabinete. Alberto Fernández es un aliado de Peirano y está enfrentado con el tándem Julio De Vido-Guillermo Moreno.

En Economía creen que una eventual salida del ministro y la permanencia de Moreno sería una mala señal hacia la sociedad, un hecho que no debería pasar inadvertido para Cristina Kirchner. El secretario de Comercio carga sobre sus espaldas la intervención del Indec y la polémica medición de la inflación.

En los últimos días, Peirano había dejado trascender que se estaba preparando para continuar en la gestión de Cristina. Durante el viaje de regreso desde Washington, donde concurrió a la reunión anual del Fondo Monetario, mantuvo diálogos con funcionarios, a quienes les comentó que estaba entusiasmado preparando medidas. Una inconfundible señal de que aguardaba la confirmación para después del 10 de diciembre. En esas largas horas de avión también se quejó por la actuación oficial en el Indec y sobre los inconvenientes que le generaba el trabajo de Moreno. Traspiés que van desde la política de subsidios hasta el programa de colocación de deuda pública. Aunque se preocupaban por advertir que la actual situación política era delicada, desde Economía destacaron que el final de la historia todavía está abierto.