Viernes, 7 de diciembre de 2007 | Hoy
Aerolíneas afirma que cumplirá los servicios de verano. Los pilotos aseguran que no. Quieren más horas, pero dicen que no hay naves.
Por Cledis Candelaresi
Aerolíneas Argentinas aseguró oficialmente que “tiene disponibilidad de flota y tripulaciones para garantizar los servicios comprometidos” en la próxima temporada estival, desestimando la advertencia formulada por los pilotos de que no sería factible cumplir con ese cronograma. En otro round con la conducción de la línea privatizada, la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) salió en las últimas horas al ruedo alertando sobre ese riesgo, que fundaron en la “falta de inversión” de la compañía que le quita aviones y no en la polémica reinterpretación del régimen de licencias de estos trabajadores. Esta dura puja entre un sindicato clave para el sector y la firma privatizada puso incómodos al anterior gerente general de la compañía y al subsecretario de Transporte Aerocomercial, Ricardo Cirielli, cuyo puesto será absorbido por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC).
Hace algunas semanas, Aerolíneas se vio forzada a reprogramar sus vuelos por un plan de actualización de licencias de sus pilotos que estaban trabajando más horas de las correspondientes según las normas vigentes. De no hacerlo, la Secretaría de Transporte le aplicaría sanciones por no cumplir con los programas de vuelos comprometidos, incluidas las frecuencias originalmente previstas.
Esa llamativa intervención oficial –justo cuando el Estado está resolviendo aumentar la participación accionaria en la compañía– fue estimulada por APLA, que encontró acogida en algún sector del Gobierno para hacer valer algunas prerrogativas legales sobre su régimen de trabajo. Según comentan en ámbitos empresarios, Cirielli habría sido uno de los artífices de esa lectura de las normas que relajó el trabajo de los pilotos, lo que le habría quitado algunos tantos al funcionario frente al presidente Néstor Kirchner.
En ese momento, los voceros de Aerolíneas advirtieron lo que también objetan Lan y otras operadoras del mercado doméstico: que los pilotos estaban volando mucho menos de lo que indican los parámetros internacionales. El complejísimo esquema vigente incluiría, por ejemplo, descansos forzosos de 24 horas luego de cada vuelo, al margen de su duración, es decir, aunque ésta no exceda de una hora. En rigor, un diagrama laboral que también comprometería al resto de la tripulación, amparada por otros gremios.
La protesta patronal ante esto resulta previsible. Lo desconcertante es que ahora Jorge Pérez Tamayo, el titular de APLA, haga declaraciones en sentido similar a los empleadores. “Queremos volar más horas. Algunos pilotos volamos 45 (por mes) cuando podríamos volar 70. El problema es la planificación de los vuelos que hace la gerencia Operativa de la empresa, por orden de la Comercial”, aseguró ayer a este diario el sindicalista, ratificando lo que antes había comentado en una conferencia de prensa.
Esa convocatoria del gremio a los periodistas tuvo como propósito reiterar la denuncia de que Aerolíneas no dispone de flota suficiente como para satisfacer la demanda de pasajes vendidos para las vacaciones de verano, ya que muchas aeronaves están paralizadas y, a decir del gremio, ni siquiera hay presupuesto suficiente para comprar los repuestos.
“Se ha trabajado con todas las herramientas necesarias para cumplir con las horas de vuelo estipuladas para la próxima temporada de verano”, desmintió ayer la compañía a cargo de los españoles de Marsans. La puja entre APLA y AA está clara. No así las verdaderas razones del enfrentamiento.
Días atrás dejó su puesto el anterior gerente general de la compañía, Esteban Maccari, desgastado en parte por los conflictos sindicales. Algunos, promovidos por los pilotos con quienes se había esmerado por tender un puente: los gestos conciliadores del ejecutivo incluyeron la apertura de un retiro voluntario de pilotos, en el que la empresa invirtió 12 millones de pesos. La medida resultó muy cuestionada internamente.
Esta confusa situación se plantea en un momento en que la Fuerza Aérea está a punto de perder atribuciones que serán concentradas por la ANAC. Un órgano civil que subsumirá muchas funciones –incluidas las de Transporte Aerocomercial– y que la presidenta electa confiará a alguien de su simpatía. Un ex intendente sureño, radical K, y un especialista crítico a la privatización están entre los postulantes.
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