Miércoles, 4 de noviembre de 2009 | Hoy
ECONOMíA › SON MUCHOS, FACTURAN POCO, PERO NO LES CREEN
Por Raúl Dellatorre
Las modificaciones al régimen simplificado para pequeños contribuyentes (monotributo) propuestas por el Ejecutivo contiene novedades, fundamentalmente para los dos extremos de la escala de ingresos: los que facturen menos de 12 mil pesos anuales (mil mensuales) y los que hayan superado los 72 mil anuales (6 mil mensuales) por la prestación de sus servicios personales. No son buenas noticias para los primeros, ya que les sube en un 85 por ciento las contribuciones totales. En cambio, para los que superen los 6000 pesos de facturación mensual, hasta los 16.666 pesos por mes, las nuevas escalas lo devolverán al monotributo, rescatándolos del régimen de autónomos.
El nuevo régimen parece “invitar” a los prestadores de servicios con menores ingresos a “salir” del régimen general del monotributo. Supongamos un estudiante universitario que da clases particulares para ayudarse, pero que no vive de ese trabajo, sino que es subsidiado por su familia. Si con ese trabajo de tiempo parcial logra ingresos por 600 pesos al mes, en caso de estar inscripto en el monotributo pasaría a abonar mensualmente (desde enero de 2010) 213 pesos: 110 por aportes a la seguridad social, 70 por obra social y 33 por impuesto. Es decir, el 35 por ciento de sus ingresos, de los que sólo le quedarían libres 387 pesos. Peor aun si, como es de esperar, el estudiante oficia de profesor no todo el año, sino diez meses, pese a lo cual deberá abonar la cuota del monotributo los doce meses: en el año facturará 6000 pesos, pero pagará aportes por 2556 pesos, el 42,6 por ciento de sus magros ingresos.
El régimen, así como está planteado, parece “expulsar” a esos sectores de muy bajos ingresos del monotributo general, tendiéndoles una red, en todo caso, con el “monotributo social”, ahora denominado régimen de inclusión social. El problema es que este último régimen no es “para todos”, sino para aquellos sectores con rasgos de vulnerabilidad social evidentes. No parece el caso de nuestro mentado estudiante y profesor particular, el que ni siquiera podría revistar como monotributista eventual facturando todos los meses. Parece una invitación a trabajar “en negro”.
No son casos aislados. Según estadísticas de la AFIP, los contribuyentes inscriptos en la Categoría A (hasta 12.000 pesos de ingresos anuales) son más de 570 mil (datos al 6 de septiembre), siendo por lejos la más numerosa. Cabría suponer que unos cuantos (¿cuántos cientos de miles?) de ellos están subdeclarando ingresos (profesionales de distintos rubros que sólo facturan parte de los servicios que prestan), con lo cual los 213 pesos estarían gravando, para la AFIP, no los 1000 pesos (o menos) facturados sino la suma, mayor, que se cree efectivamente ingresó la persona en el mes. Así visto, sería un incentivo a recategorizarse blanqueando ingresos (la Categoría B, hasta 2 mil pesos mensuales, sólo paga 6 pesos más, 219 por mes).
Sería plausible, si no fuera porque en el medio podría quedar una franja de pequeños prestadores de servicio sin encuadramiento legal, si no se demuestran socialmente vulnerables.
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