Miércoles, 10 de marzo de 2010 | Hoy
ECONOMíA › DENUNCIAS DE UN DELEGADO GREMIAL DEL CENTRAL
Desde la comisión interna caracterizan la impugnación de Marcó del Pont como el producto de “relaciones complicadas” entre el establishment financiero y un sector del Congreso.
Por Raúl Dellatorre
Con “mucha bronca e impotencia”, los trabajadores del Banco Central están viviendo la disputa política que decide el futuro de Mercedes Marcó del Pont al frente de la entidad. “Se decide el futuro de un proyecto nacional”, corrige Carlos Pellegrini, secretario general de la comisión gremial interna, que cuestionó a quienes impugnan su pliego y los acusó de ser funcionales a un establishment financiero que no acepta un titular de la autoridad monetaria ajeno a sus filas. “Es la primera vez, en muchísimos años, que el Banco Central tiene un presidente con el que se puede discutir política en serio”, sostuvo en entrevista exclusiva con Página/12.
–¿Cuál era la situación interna del BCRA a la llegada de Marcó del Pont?
–Venimos de dos décadas en las que se han generado varias capas geológicas en el Banco de funcionarios y profesionales vinculados con el CEMA (centro de formación de economistas del neoliberalismo). Arrancó con la puesta en marcha de la convertibilidad, en 1991, con Roque Fernández como presidente, y siguió con Pedro Pou. No tuvieron ningún prurito para echar a cerca de mil trabajadores del BCRA para que el CEMA tomara la conducción, con funcionarios que fueron quedando en puestos clave. El menemismo rompió la tradición histórica de una burocracia bancaria que se formaba en la entidad, ingresando desde los escalones más bajos hasta llegar a los puestos jerárquicos.
–Fue la época en que se cambió la Carta Orgánica, justamente, para otorgarle mayor autonomía al Banco Central.
–La época de mayor autonomía del Banco fue la de mayor dependencia del FMI. Hay un hecho conocido, pero muchos no lo recuerdan: la Carta Orgánica se modificó con un texto enviado en inglés desde Washington, desde la sede del FMI. Acá lo único que se hizo fue traducirlo y aprobarlo. Y fue la época de mayor persecución a los trabajadores, con aprietes y amenazas para obligarlos a aceptar los retiros voluntarios.
–¿Qué pasó en las gestiones posteriores?
–En los cinco años al frente del Central, Martín Redrado repitió el modelo de fuerte incorporación de personas de su confianza en puestos clave. Fueron no menos de 30, desde el gerente general a los subgerentes de área. No entraban por méritos o idoneidad, sino por las relaciones personales y políticas. En la Gerencia de Personal puso un sexólogo, con antecedentes nefastos en una gestión anterior en el gobierno de la ciudad, por mencionar un caso. Familiares, gente proveniente de la Fundación Capital, incluso personas relacionadas por cuestiones de negocios con Redrado. Hubo un reparto clientelar de cargos.
–¿Y qué cambió con la llegada de Marcó del Pont?
–Que no se repitió esa práctica y que, por el contrario, los designados de esa forma fueron desplazados.
–¿Pudieron hablar con ella de sus planes para la nueva gestión?
–Tuvimos dos reuniones. No la conocíamos previamente y nos sorprendió con la visión política sobre algunos temas que han formado parte desde siempre de nuestros reclamos. La necesidad de cambiar el rol del sistema financiero, para que sirva al sistema productivo. La necesidad de recuperar el control del sistema que debería ejercer el BCRA a través de la Superintendencia de Bancos. Siempre nos extrañó que se evaluara la gestión de Redrado en forma elogiosa cuando no hizo nada de esto. Ahora, sabíamos que a Marcó del Pont no le iba a ser fácil: al establishment financiero no le interesa tener una presidenta en el Central con esas ideas. Y a un sector importante del Congreso, con relaciones complicadas con el establishment, tampoco.
–¿Están viendo una resistencia coordinada entre el Congreso y el poder financiero?
–Hay hechos muy graves. El nombramiento de Alfonso Prat Gay como titular de la Comisión de Finanzas es una falta de respeto de los diputados hacia el pueblo y una pérdida de soberanía económica. ¿Cómo se puede nombrar a quien fue un alto ejecutivo de J. P. Morgan, un agente de la banca internacional que ayudó a hundir al país sometiéndonos con la deuda externa? Sería más coherente presidiendo una cámara de bancos y no una comisión legislativa, por lo que representa. Además, su gestión como presidente del Banco Central fue un fracaso completo. Llegó de la mano de Eduardo Duhalde, en 2002, y uno de los primeros escándalos fue que se le descubriera que no había declarado bienes por 6,4 millones de dólares que poseía en el exterior. ¿Sabe qué excusa puso? Que no sabía que estaba obligado a declararlo. Fíjese el presidente del Central que teníamos. Lástima que la senadora Hilda Duhalde no lo recuerde y ahora critique a Marcó del Pont como si ella y su marido no tuvieran nada que ver con esa historia.
–¿Cómo los afecta la impugnación al pliego de Mercedes Marcó del Pont como trabajadores del Banco?
–El nombramiento de Marcó del Pont rompe la tradición de que al titular del Banco Central lo nombra el Ejecutivo, pero después de consultar al poder financiero. Nos da mucha bronca la reacción de los medios y del Congreso y que personajes como Prat Gay saquen rédito. Siempre creímos necesario abrir una discusión sobre el rol del sistema financiero y ahora había surgido una posibilidad. Y hay un sector que intentará coartarla en el Congreso.
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