Miércoles, 10 de marzo de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › LOS LADRONES DEL BANCO MACRO CONOCíAN LA CLAVE DE LA PUERTA DE SEGURIDAD
Los investigadores determinaron que la puerta de acceso a las cajas por la que pasaron los delincuentes tiene una clave que evidentemente conocían, porque no la violentaron. No existen por ahora huellas dactilares ni imágenes de los rostros.
Por Carlos Rodríguez
Los que robaron las cajas de seguridad del Banco Macro de Congreso parecen ser los boqueteros más meticulosos de la historia. Para entrar hicieron dos boquetes, para luego ingresar al sector donde están las cajas de seguridad por una puerta con clave que no fue violentada, lo que indica que ellos sabían de antemano el “ábrete sésamo” necesario para superar ese escollo. Los investigadores determinaron que, a pesar de esa febril actividad, no hay por ahora ni huellas dactilares ni imágenes de los rostros de las ocho personas que se alzaron con el botín, porque tuvieron la precaución de usar guantes, barbijos descartables y pasamontañas. En cuanto a los damnificados, muchos de ellos se reunieron ayer con abogados especializados, a fin de conocer los requisitos legales necesarios para reclamar una indemnización que supere los 50 mil dólares que ofrecería el banco, como tope, para cada uno de los propietarios de las 99 cajas que guardaban dinero y joyas.
La mayoría de los clientes son comerciantes de la zona de Congreso. Algunos de ellos tenían “mucho dinero, otros tenían algo de dinero y joyas y otros tenían básicamente joyas que tenían un valor económico, pero también un alto valor emocional, porque pertenecían a familiares que, en algunos casos, los habían heredado de antepasados que llegaron a la Argentina de otros países”, explicó anoche a Página/12 Nilda Zygman, una abogada que ya ha intervenido, en favor de los damnificados, en otros casos de robos de cajas de seguridad, como el del Banco Río de San Isidro, el Banco de Mendoza, el ex Mercantil de Recoleta, el Banco Francés de San Miguel, el Banco Ciudad o la Banca Nazionale del Lavoro.
La fiscal del caso, Viviana Fein, confirmó ayer que fueron 99 las cajas saqueadas, pero aclaró que sumaron 256 –antes se había dicho 218– las que fueron abiertas con martillos y barretas. Lo único que dejaron los boqueteros, en algunas de las cajas, fueron “títulos de propiedad y (...) billetes de distinta nominación u origen cuya cantidad” no resulta trascendente. La inspección en el sector de las cajas fue supervisada por un escribano público, convocado por el banco, que de esa forma está acumulando datos para cuando tenga que responder las demandas que van a presentar los damnificados por el robo. En la inspección también estuvo el secretario de la fiscalía, Bernardo Chirichella.
Aunque la fiscal llegó al lugar de los hechos el domingo, la inspección en el banco recién se pudo hacer el lunes, desde las 10 de la mañana, por disposiciones bancarias que establecen que la bóveda sólo se puede abrir en horario de atención, cuestión que –es obvio– no fue tenida en cuenta por los boqueteros. El robo, como se dijo, se consumó entre las 22 del sábado y las 7.50 del domingo, hora en la que recién se accionó la alarma de prevención. El informe de la fiscal precisó que los autores del robo hicieron dos boquetes, uno para acceder al banco desde la Escuela Superior de Higiene y Seguridad Industrial, ubicada en el edificio lindero de Callao 262, y el otro para entrar al sector de las cajas de seguridad. Los boqueteros “accedieron al sector cajas de seguridad a través de una puerta con clave, la que no fue violentada, por lo que se estima que contaban con la clave de acceso” al lugar. Sí fueron violentadas, con barretas, dos puertas de rejas que están dentro del sector. La inspección ocular del banco fue hecha en colaboración con la comisaría quinta, la División Robos y Hurtos, y la División Rastros, que “no pudo detectar indicios que permitan dar” con los autores, dado que usaron “guantes y pasamontañas”. También se encontraron “barbijos descartables, de los que tampoco se pudo levantar indicios”.
Hasta ahora, con las imágenes de las cámaras internas del banco, se pudo establecer que los ladrones serían al menos ocho. Como tenían los rostros tapados con los pasamontañas, es “imposible establecer las características morfológicas de los implicados a fin de determinar sus identidades”. Todavía falta recibir los videos de las cámaras externas de los vecinos bancos Francés y Patagonia. Además, se analizarán las cintas de video del interior de la sucursal robada registradas en días anteriores al hecho.
La División Alarmas de la Policía Federal entregará hoy los peritajes técnicos realizados para establecer las razones por las cuales falló el dispositivo de seguridad. Las empresas prestatarias de servicios del Macro en materia de alarma y seguridad tendrán que entregar informes “en carácter de urgente” sobre los porqué de las fallas. Otro pedido de la fiscal apunta a contar con la nómina completa del personal de seguridad privada en la sucursal. Ayer, la fiscal le tomó declaración testimonial al personal jerárquico del banco.
La fiscalía solicitó la entrega del Libro de Registros de visitas al sector cajas de seguridad, para saber quiénes tuvieron acceso a las mismas en los últimos dos meses. La doctora Zygman remarcó que en estos casos “el que no cumplió el contrato de adhesión es el banco” y por eso “debe reparar todos los daños ocasionados, el material, el moral, el psíquico. Muchos tienen joyas de varias generaciones y un hecho así altera la cotidianidad de las víctimas. Hay que medir también el lucro cesante, es decir las ganancias que se dejaron de percibir a raíz del robo. Hay jurisprudencia a favor de los clientes y yo les recomiendo que actúen tranquilos, con tiempo, y que se presenten ante la Justicia, porque la razón está de su lado”.
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