ECONOMíA › DUEÑOS DE INMUEBLES SE PREPARAN
En la línea de largada
Por Claudio Zlotnik
Devaluación mediante, los precios de las propiedades se depreciaron entre 40 y 45 por ciento. Es lo que reflejan los valores mostrados por la inmobiliaria Arkis, que comercializa las torres construidas por BKS Developers, desarrollista que a su vez está endeudada con el Banco Río. En “Solares de Montes de Oca” (Barracas) un dos ambientes de 45 metros cuadrados que en diciembre costaba 70 mil dólares ahora vale 76.700 pesos. Y un tres ambientes de 73 metros pasó de 108.205 dólares a 119.025 pesos.
Mariano Manikis, dueño del negocio, espera ansioso que el Banco Central dé luz verde a la nueva normativa y permita la transacción con los plazos fijos atrapados en el corralito. “Es la única manera de vender. Lástima que la mayoría de la gente que consulta no le alcanza: vienen con plazos fijos inferiores a los 30 mil dólares. Nosotros les recomendamos que se junten con otros ahorristas, formen un condominio y alquilen la propiedad. Es mejor esa salida que permanecer con el certificado en la mano”, razonó Manikis ante una consulta de Página/12.
En BKS, la constructora, también esperan con ansiedad. Andrés Kalwil, uno de los socios, comentó a este diario que en total poseen tres complejos edilicios. Y que tienen deudas con dos bancos: Río y Creditanstalt. El problema es que este último no forma parte de la banca minorista, por lo que no podrá cancelar deudas con plazos fijos.
IRSA también se lanzó a la ofensiva. “Recibimos 250 consultas diarias, y estamos haciendo una base de datos. Por ahora no podemos dar precios”, dijo a Página/12 el gerente comercial del grupo, Arnaldo Jawerbaun. IRSA, que atraviesa por un momento difícil dada la abrupta caída del mercado inmobiliario, del consumo en los shoppings y el precio de los campos, puso a la venta el remanente en sus complejos de oficina, viviendas y campos. “Estamos a la espera de la reglamentación por parte del Central”, añadió Jawerbaun.
En el mercado inmobiliario se viene una pelea muy dura. Y lo peor es que se desconoce cómo será el mercado inmobiliario una vez que se agote el boom de los plazos fijos.