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–¿Cuál es el principal desafío para la economía que se viene?

–Consolidar el crecimiento de la inversión con financiamiento. Esto es lo que llamamos la agenda de desarrollo. Es la primera vez que no tenemos un escenario trágico de crisis cambiaria al término de un período de gobierno. Podemos pegar un salto hacia un escenario de mayor crecimiento y desarrollo, con autoabastecimiento energético e integración productiva.

–¿Cómo se estimula la inversión?

–Si hay una crítica que se nos puede hacer es que no hubo políticas de financiamiento a la inversión. Los empresarios invirtieron con su tasa de ganancia y, cuando se angostó la tasa de ganancia, se cayó la inversión. En ese sentido va el planteo de Daniel Scioli de la creación de un Banco de Desarrollo. Pero, además, hay que empezar a trabajar con la Cuenta Capital, porque las exportaciones han alcanzado un límite para financiar la necesidad de divisas de la economía.

–¿Qué significa acudir a la Cuenta Capital?

–La Cuenta Capital tiene tres fuentes. Por un lado, los organismos multilaterales de desarrollo, como el BID, el Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento. También está la inversión extranjera directa y en tercer lugar, los acuerdos bilaterales, como el caso de China.

–¿Qué otro país puede sumarse a la lógica de financiamiento bilateral?

–El arreglo con el Club de París todavía no se desplegó del todo. Se puede conseguir financiamiento para bienes de capital. La inversión pública tendrá un papel fundamental, porque apalanca a la inversión privada. El hecho de tener bajo nivel de endeudamiento es lo que nos permite tener esta agenda.

–Hay economistas que plantean que la inversión depende de una devaluación.

–Esa es una política de desregulación cambiaria y comercial que lleva a un proceso muy rápido de fuga de capitales y aumento del desempleo. Con las recetas del macrismo, Argentina duplica la tasa de desempleo en un año.

–¿Por qué?

–El primer golpe es sobre el mercado formal de trabajo, porque van a desmontar la administración de comercio. Eso, junto a una baja de la demanda por la restricción fiscal y monetaria, tiene impacto en el desempleo. Pero además, la desregulación del mercado cambiario que Macri anticipó lleva a una caída rápida del salario real. El Estado empezará a endeudarse para financiar la fuga de capitales. Ahí tenés armado el círculo vicioso que llevó a la Argentina a tener crisis profundas. Se tiende a pensar que Macri va a recortar jubilaciones. Pero eso es después: el primer golpe es lograr una baja del salario en dólares y aumentar el desempleo. Así lo dicen sus economistas. No sería de un día para el otro, es más, la primera afluencia de dólares puede tener cierto clima de calma en los sectores medios.

–La competitividad de muchos sectores efectivamente ha caído.

–Argentina perdió un vector de competitividad vinculado a la energía. Hubo una gran apuesta al petróleo no convencional, pero la baja del precio hirió el flujo de inversiones. En este último tiempo aparecieron dos pinzas a las exportaciones. En el caso de las manufacturas, la caída de la demanda de Brasil, y en productos primarios, la caída de los precios.

–Sin embargo, tanto Scioli como Macri prometen baja de retenciones.

–Es necesario un debate sobre este tema. Pero una cosa es reconocer que hay un problema de competitividad y discutir cómo resolverlo, y otra cosa es decir que se bajan las retenciones como centro de la política, que implica sólo recomponer la renta agropecuaria y desfinanciar el Estado.

–Scioli prometió reducir la inflación a un dígito, pero en estos años no se avanzó mucho en ese plano.

–Levantar la restricción externa por vía de financiar la inversión implica aumentar la oferta, eso va a aliviar la inflación. De todos modos, no hay que olvidarse que algo mucho peor que la inflación es no tener salario ni empleo.