ECONOMíA
Krüger ama la marcha turca
Por J. N.
Lo que a López Murphy le gustaría es ser turco y llamarse Erdosain. No, perdón, Erdogan, como el primer ministro otomano, de quien ayer habló maravillas Anne Krüger porque Ankara logró en 2003 un superávit fiscal primario de 6,2 por ciento del PIB, ratificando además con todo entusiasmo la meta de 6,5 para 2004. Cuando un periodista le preguntó a la matrona del Fondo Monetario si pensaba que esa meta podría ablandarse un poco, respondió duramente que no ve ningún cambio en esto. “El propósito de tener un superávit fiscal primario de ese nivel –ilustró– es conseguir que el peso de la deuda vaya disminuyendo. Cuando eso se haya logrado, entonces por supuesto el superávit podría ser menor. Pero lo prioritario es bajar la deuda hasta un nivel sostenible.” Vale decir que Turquía recibe el caluroso apoyo del Fondo, no sólo porque Estados Unidos la considera un aliado estratégico, sino además por estar aplicando un enérgico e inaudito ajuste fiscal con el propósito de transferir una montaña de divisas a sus acreedores. Ese país merece toda la simpatía del FMI y no la Argentina, que se guía por otras prioridades. Krüger remarcó ayer que el compromiso de las autoridades turcas con tan exigentes metas fiscales la tiene muy impresionada. A los demás también, aunque habrá que ver cómo termina el partido.