ECONOMíA › SAFE FLY CERRO UN ACUERDO CON UNA AEREA EXTRANJERA

Cirigliano quiere despegar

 Por Cledis Candelaresi

En los próximos días el empresario del transporte Claudio Cirigliano habrá cerrado un acuerdo con una aerolínea extranjera que le permitirá a su empresa, Safe Fly, comenzar a volar los destinos de cabotaje que ya tiene asignados. El nombre de ese socio extranjero se mantiene en reserva por ahora. Pero tanto en ámbitos oficiales como en privados se descuenta que en breve habrá otra línea aérea disputando un lugar en el mercado.

El negocio aéreo no es la especialización de Cirigliano que, sin embargo, se desempeña en el área de transporte: es el dueño del Grupo Plaza, operadora de líneas de colectivos, y a su vez principal accionista de Trenes de Buenos Aires, concesionaria de los ferrocarriles urbanos Sarmiento y Mitre.

Pero hace un tiempo se tentó con incursionar en el negocio aéreo y comenzó a armar una estructura que le permitiera hacerlo. Así nació Safe Fly, una marca que tiene una plantilla de treinta y tres pilotos que integraban el staff de SW, la firma de los Maggio y Eurnekian, que se derrumbó tras el escándalo de las narcovalijas y el quite del auxilio estatal para la compra de combustible.

El armazón de la nueva empresa le permitió conseguir el permiso oficial para operar los más lucrativos destinos de cabotaje, aunque no tuvo la misma suerte para los internacionales. La clave es la necesidad de acreditar fehacientemente capacidad operativa, algo que conseguiría a través de su asociación con una aerolínea extranjera que tenga flota operativa y capital acorde a los requerimientos de la actividad.

La incorporación de un nuevo actor en el mercado sigue siendo un misterio desde varios puntos de vista, empezando por la suerte del propio negocio. Si bien la demanda de pasajes sigue creciendo, el alto costo del combustible, las restricciones para aumentar las tarifas con libertad y el importante requerimiento de capital siguen poniendo un coto a las ambiciones patronales en el rubro.

El triste derrotero que tuvieron las empresas aéreas en los últimos años dan la pauta de que no se trata de una actividad muy amigable. El Estado tuvo que crear la estatal Lafsa, una empresa cáscara, cuya única finalidad fue absorber a los trabajadores de las quebradas Lapa y Dinar. También quedó en el camino Southern Winds, que en el 2003 recibía galardones por la calidad del servicio, en tanto que Aerolíneas tiene todavía un futuro incierto, a pesar de las renovadas promesas de inyección de capital.

Tampoco surgen nítidas las condiciones en las que se hace el pasaje de personal de una firma a la otra ni cuál es el real aporte del Estado para sostener los emprendimientos que a veces devienen en aventuras frustrantes.

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