Desde Belgrado

Siete serbiobosnios fueron encarcelados por genocidio en la masacre de Srebrenica mientras miles de serbios de la línea dura manifestaban en Belgrado para protestar contra la planeada extradición del líder serbiobosnio Radovan Karadzic, para enfrentarse a los mismos cargos ante un tribunal de crímenes de guerra de la ONU. La corte de Bosnia de crímenes de guerra en Sarajevo sentenció a siete serbiobosnios a condenas que van desde 38 a 42 años después de un juicio de dos años.

Es la primera vez que una corte de Bosnia condena a sospechosos en relación con la muerte masiva de hasta 8000 bosnios musulmanes en el “refugio seguro” de la ONU, en julio de 1995, durante la guerra de Bosnia.

“Mataron a varios cientos de bosnios de Srebrenica”, dijo el juez Hilmo Vucinic. Hasta ahora, sólo el comandante en tiempo de guerra bosnio serbio, Radislav Kristic, ha sido condenado en relación con la masacre de Srebrenica. Está cumpliendo una sentencia de 35 años por genocidio después de haber sido condenado por el tribunal de la ONU en La Haya.

Karadzic, que fue capturado en Belgrado después de haber estado en la clandestinidad durante 13 años, está peleando contra la extradición. El segundo supuesto cerebro de la masacre, el comandante bosnioserbio general Ratcko Mladic, que también está acusado de genocidio por la corte de la ONU, permanece libre.

Miles de policías antimotines rodeaban la Plaza de la República en el centro de Belgrado anoche donde se reunieron alrededor de 25.000 manifestantes. La policía custodiaba las oficinas del gobierno serbio y las del presidente proeuropeo Boris Tadic, que es acusado por los ultranacionalistas de “traicionar los intereses nacionales serbios” al arrestar a Karadzic.

La manifestación de ayer fue organizada por el Partido Radical Serbio y sus aliados, que protagonizaron unas violentas manifestaciones antioccidentales en febrero, cuando Kosovo declaró su independencia de Serbia. Antes de la manifestación, el centro de Belgrado soportó un calor de verano de 33º C, sus calles, generalmente muy bulliciosas, estaban casi desiertas. En este momento del año, cientos de miles de residentes de Belgrado están generalmente de vacaciones.

Se cree que las amenazas de muerte contra el presidente Boris Tadic y el ministro de Policía, Ivica Dacic, emanan de círculos ultranacionalistas. Otros dos altos funcionarios, responsables de cooperar con el tribunal de crímenes de guerra de la ONU, también han sido amenazados. “Apoyo el derecho a manifestar, pero se debe mantener el orden”, sostuvo Tadic ayer después de que se desatara la violencia en las primeras manifestaciones por parte de cientos de partidarios de Karadzic en Belgrado. Los blancos eran los periodistas, atacados por la muchedumbre furiosa mientras filmaban o informaban.

El gobierno serbio permanece firme en su intento de entregar a los restantes sospechosos de crímenes de guerra, el general Mladic y el líder croata serbio Goran Hadzic. “El arresto de Karadzic fue en cierta forma la prueba de que hay una voluntad de cooperar con el tribunal y creemos que la cooperación será esencial para nuestro país”, les dijo a los periodistas el primer ministro serbio, Mirko Cvetkovic, antes de una reunión anual de los primeros ministros de la región. “Karadzic era el número uno, de manera que si el número uno es prueba de voluntad, entonces no hay razón para que no hagamos lo mismo con el número dos y los otros”, añadió.

El arresto de los criminales de guerra es una importante condición impuesta por la Unión Europea para que Serbia se una al bloque de 27 miembros. Sin embargo ayer la UE demoró la decisión de descongelar los beneficios comerciales para Serbia como una recompensa por el arresto de Karadzic. Los embajadores de la UE decidieron esperar el traslado de Karadzic al tribunal y que el fiscal general de los crímenes de guerra de la ONU, Serge Brammertz, informara sobre toda la cooperación de Serbia con la corte después de una reunión a mediados de agosto.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.