Viernes, 19 de septiembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL TABLERO TRAS EL AJUSTADO TRIUNFO DE LA CANCILLER SOBRE “MISTER SEGURIDAD”
Tzipi Livni está presionada a formar gobierno. Las dos fuerzas más importantes, el laborismo y los religiosos de Shas, anunciaron que el resultado de las elecciones de anteayer no asegura la continuidad de Kadima en el poder.
Por Sergio Rotbart
Desde Tel Aviv
“Hemos demostrado que hay una política distinta en Israel”, dijo Tzipi Livni poco tiempo después de que se dieran a conocer los resultados oficiales de las elecciones internas del partido de gobierno, Kadima, que la consagraron como su nueva titular. Livni obtuvo el primer lugar de la contienda partidaria por una diferencia de apenas 431 votos con respecto a su principal contrincante, el ministro de Transportes, Shaul Mofaz. De esta manera, la actual canciller se convierte en la responsable de formar una nueva coalición gubernamental destinada a reemplazar a la encabezada por Ehud Olmert, quien decidió impulsar su reemplazo en el poder tras las acusaciones por distintos casos de corrupción que penden sobre él.
Livni obtuvo el 43,1 por ciento de los votos de los 73.000 afiliados de Kadima, mientras que Mofaz logró cosechar un 42 por ciento, un porcentaje mucho más alto que el que pronosticaban todas las encuestas. La ajustada victoria de “Miss Diplomacia” contra “Mr. Seguridad” reduce el margen de maniobra que los analistas le adjudicaban a Livni para liderar la principal fuerza política de Israel y, consecuentemente, la condiciona a formar una dirigencia colegiada.
Sin embargo, Shaul Mofaz anunció sorpresivamente que se retira de la política. “Todos fueron adversarios por un momento”, aclaró la ganadora al referirse a los otros tres candidatos que participaron en las elecciones de Kadima. Y agregó: “Ahora estamos juntos y tenemos un solo objetivo. Juntos crearemos estabilidad gubernamental”. Además de la tarea encaminada a cohesionar a los distintos sectores de su propio partido, a la flamante titular de Kadima le espera la no menos urgente obra de formar la mayoría parlamentaria que la habilite a reemplazar a Olmert también en el cargo de primer ministro. Para obtener esa meta, Livni ya comenzó la ronda de negociaciones con los partidos que componen la actual coalición de gobierno. Previsiblemente, las dos fuerzas más importantes, el Partido Laborista y los religiosos de Shas, anunciaron que el resultado de las elecciones de anteayer no aseguran la continuidad de Kadima en el poder. Si bien es poco probable que el primero saque los pies del plato gubernamental, dado que un llamado a nuevas elecciones le vaticina a su líder, Ehud Barak, un descenso vertiginoso en el grado de apoyo popular, el segundo ya amenaza con exprimir al máximo los frutos del canje previo a la asunción de un nuevo premier.
Ciertamente, un día después de las primarias de Kadima, el titular de la bancada parlamentaria de Shas, Eli Yishai, expuso las dos exigencias de su partido. Una de ellas se refiere a las negociaciones que viene manteniendo Israel con la dirigencia palestina oficial sobre la partición territorial que daría lugar a la creación de un Estado palestino en gran parte de los territorios conquistados en 1967. En este tema el dirigente religioso reclama sacar a Jerusalén, cuya parte oriental los palestinos consideran la capital de un futuro Estado, de cualquier instancia negociadora. En segundo lugar, Yishai demanda el aumento de subsidios sociales que beneficiarían al público de votantes de su partido, compuesto por una mayoría de religiosos con familias numerosas y de escasos recursos económicos.
Así, las apremiantes circunstancias de su elección, signadas por el imperativo de eliminar la ignominiosa sombra que deja Olmert sobre Kadima, no le dan a Livni respiro. Los de por sí modestos y poco destacados (acordes con su estilo) festejos, en vistas de la ínfima ventaja que le sacó a Shaul Mofaz, ya pasaron al olvido. La agenda del día después le apunta a la primera mujer luego de 34 años, desde la renuncia de Golda Meir, que pasa a comandar el partido de gobierno el difícil examen de la puesta en práctica de las promesas preelectorales. “Llego a este cargo con un miedo sagrado”, confesó la probable futura premier. Y, efectivamente, llegó la hora de la verdad para la política “distinta” y “limpia” gracias a la cual la dirigente dice diferenciarse del resto de sus colegas. Cualquier renuncia a esos principios rectores puede traducirse también en un retroceso significativo en la visión estratégica a través de la cual Livni vislumbra el futuro seguro de Israel como Estado “judío y democrático”, es decir que la preservación de la mayoría judía exige desprenderse de los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania (exceptuando los grandes bloques de asentamientos judíos, y sin una posición clara con respecto a Jerusalén).
Se calcula que el actual premier, Ehud Olmert, renunciará en los próximos días. Pero en caso de que Livni no consiguiera alargar la vida del actual gobierno o formar uno nuevo, se disolvería el Parlamento y el presidente llamaría a elecciones. Si así fuera, Olmert podría durar en el cargo hasta febrero-marzo de 2009. Esta opción lanzaría a la palestra al principal partido de oposición, el Likud, y a su máximo líder, Benjamin Netanyhau.
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