Sábado, 29 de noviembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › SIGUE LA CRISIS EN TAILANDIA
Los manifestantes (foto) que ocupan los dos aeropuertos de Bangkok, la capital, amenazaron ayer con una revuelta popular si los cuerpos de seguridad cargan por orden del gobierno de Tailandia, que se ha atrincherado en el norte del país e intenta negociar un desalojo pacífico. Uno de los líderes de la antigubernamental Alianza del Pueblo para la Democracia, Chamlong Srimuang, advirtió que la gente se levantará contra el Ejecutivo y “nadie podrá controlar a las masas enfurecidas” en el caso de que se produzca una acción de fuerza por parte de la policía o los soldados, o se detenga a los cabecillas de las protestas.
Srimuang, ex gobernador de Bangkok y general del ejército en la reserva, hizo esa advertencia un día después de que el primer ministro, Somchai Wongsawat, declarara el estado de excepción en los aeropuertos de Suvarnabhumi y Don Muang, y diera instrucciones a la policía de llevar a cabo el desalojo de los manifestantes con el apoyo de efectivos de la fuerza aérea y la armada. Wongsawat instaló, de forma indefinida, su centro de gobierno en la ciudad de Chiang Mai, al norte del país.
A primeras horas de la mañana, la policía comenzó a negociar con los cabecillas de la Alianza en un intento de evitar el empleo de la fuerza para desalojar a los manifestantes de los dos aeropuertos que controlan desde hace dos días. “Les estamos pidiendo que permitan al aeropuerto reanudar sus operaciones. Seguimos hablando, pero si esto falla los dispersaremos”, declaró el jefe negociador de la policía, Suchart Muenkaew. Las advertencias de la policía no parece que vayan a doblegar a los congregados, que según Suriyasai Katasila, uno de los principales cabecillas, “lucharán hasta la muerte” antes de abandonar las terminales de los dos aeropuertos.
Los partidarios de la Alianza han establecido controles en las carreteras de acceso a los aeropuertos ocupados, en los que jóvenes enmascarados y vestidos de negro, armados con porras y palos de golf, paran a todos los vehículos para impedir que se infiltren efectivos de las fuerzas de seguridad. Mientras proseguían las conversaciones, un centenar de agentes de la brigada antidisturbios se posicionaron cerca del hotel Novotel, situado a unos 300 metros la terminal de Suvaranabumi, donde varios miles de seguidores de la Alianza parecían celebrar una fiesta.
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